Sin duda, la misión del médico es curar las enfermedades, aliviarlas cuando esto no es posible y consolar al enfermo cuando no hay posibilidad de curación. Existen en muchas familias personas con enfermedades catastróficas y en estado terminal. Ante esta situación, algunos promueven como “solución al sufrimiento” la práctica de la llamada eutanasia o “muerte asistida”.

Considero que la respuesta a esta conducta debe ser el empleo del cuidado paliativo o de apoyo del enfermo en estas condiciones. El concepto de cuidados paliativos, según la OMS, consiste en asistir en forma integral a los pacientes cuyas enfermedades no responden a terapias curativas; su fundamento principal es el alivio del dolor y otros síntomas que se presenten, y además atender los problemas psicológicos, sociales y espirituales no solo al enfermo sino también a los familiares. El morir con dignidad implica muchos aspectos y protocolos de actuación, fundamentalmente el alivio del dolor. Cuando un enfermo ha sido diagnosticado con enfermedad terminal, es necesario que se conozca la realidad de su estado de salud, ya que los familiares, o el enfermo, estarán indagando qué es lo que tiene, tendrán incertidumbre...; esto impide al médico trabajar eficientemente para mejorar los síntomas del paciente.

La biotecnología nos proporciona los elementos de comportamiento frente a los enfermos moribundos, bajo ninguna circunstancia debemos dejar de suministrarles agua, aire, elementos para que no sufran durante el proceso terminal. Otro aspecto es no insistir en el ensañamiento terapéutico; insistir en un tratamiento farmacológico o procedimiento quirúrgico no va a cambiar la condición del paciente terminal, con el agregado de originar efectos adversos por su empleo, además no se deja que la muerte ocurra en forma natural. “Nadie está obligado a continuar o prolongar la vida, por el empleo de métodos extraordinarios”, nos decía el papa Juan XXIII, refiriéndose a los enfermos moribundos o terminales; a propósito cito un mea culpa personal, cuando la autoridad eclesial me habló del castigo de Dios ante la soberbia de prolongar la vida de un familiar con muerte cerebral.

¿Morir en casa, hospital, hogares de auxilio o auspicio?, lo aconsejable es en la casa, ya que en esta no existen horarios de visita ni reglamentos como en las casas de salud, se facilitan las visitas de especialistas, amigos, familiares del paciente, para que este se sienta rodeado y atendido con calidad y calidez. Es conveniente que el enfermo terminal reciba asistencia espiritual, lo cual contribuye a un buen morir. Para que tenga un final feliz, en forma tranquila y serena, es importante que los familiares les demos el mayor acompañamiento y los cuidados paliativos en su viaje al encuentro con el Creador.(O)

César Carrillo Védova,

médico cirujano, Guayaquil