Si la unión hace la fuerza, como hemos podido constatar tantas veces a lo largo de nuestra existencia, propongo que usted y yo profundicemos el tema para descubrir si es o no verdad que la iniciativa para tal unión es generada por quienes tienen un especial espíritu gregario que los impele a convocar, agrupar, fortalecer y dinamizar a quienes congregan para alcanzar objetivos de interés o beneficio común.

En las familias hay convocantes y convocados.

Allí, generalmente son la madre o el padre quienes convocan y suelen tener éxito en esa gestión, no así los hijos, especialmente los más pequeños que, generalmente con tristeza, suelen constatar que sus invitaciones para actividades o juegos que desean realizar entre todos no son atendidas y, lo que es peor, constituirse en objeto de bromas o burlas descalificadoras que pueden resultar crueles y hasta desanimarlos para siempre, como promotores de la unión y alegría familiar.

Si la burla o mofa constante en los ambientes estudiantiles afecta tanto, cuánto mayor será el daño que se produce cuando esa actitud negativa y rechazo constante se recibe en el hogar.

Asimismo, en los centros estudiantiles hay convocantes y convocados.

Los rasgos que pueden identificar a los convocantes pueden detectarse e incluso ser cultivados desde sus primeros años de vida escolar.

Eso dependerá de la capacidad y vocación formadora de personas sanas y útiles para la sociedad, de quienes integran los cuerpos docentes que verdaderamente se preocupan de la formación integral, espiritual y física del alumnado, cuya formación moral y académica se les confía.

Los convocantes estudiantiles pueden ser grandes líderes si reciben una formación apropiada para desarrollar las cualidades, habilidades y virtudes de las que están dotados.

No basta tener buenas ideas y querer ponerlas en práctica, hay que saber de qué manera hacerlo. También hay que tener en cuenta que cada persona tiene límites en sus capacidades y que la realidad ha demostrado: no todo lo que se quiere se puede hacer.

Entonces, cuando no podemos hacer algo recurrimos a los demás, tal como aprendimos desde pequeños, en casa y luego fue confirmado en las aulas.

¿Así se forma la historia de los líderes sociales, políticos, gremiales, empresariales? ¿Así consiguen sus objetivos o se gestan sus triunfos y hazañas? ¿Con una saludable y positiva combinación que calza adecuadamente entre convocante y convocados, produciendo los efectos buscados?

En cuanto a nosotros, usted y yo: ¿somos convocantes o convocados? ¿Cuándo? ¿Actuamos con igual ahínco e integridad en una o en otra actividad, porque sabemos que no siempre seremos líderes ni siempre seremos solamente convocados?

Por la trascendencia social y política que tiene este tema sobre el que estamos dialogando, ¿conviene seguir estas reflexiones o solamente hasta aquí llegamos?

¿Es suficiente con las reflexiones que ya hemos realizado? ¿Caben otras?

Estemos alertas para reconocer el rol familiar o social de convocante o convocado que nos corresponde desarrollar cada día, para interpretar cabalmente nuestro papel.

¿Concuerda con el planteamiento? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)