Tengo sangre orense por el lado materno. Planifiqué pasar con mi familia el 31 de diciembre en el cantón El Guabo, provincia de El Oro. El temor que me produce viajar me ha privado de estar más cerca a mis parientes. Varios miembros de mi familia han perdido la vida en esta ruta.

Es una carretera con intenso tráfico de camiones y furgones, en determinados momentos salen carros por caminos vecinales, por lo tanto cubren la carretera de un ancho de una calle, solo con un carril de venida y otro de ida, donde los carros tienen que ir uno a tras del otro, tratando de conservar la distancia prudente para no chocar. Rebasar es un riesgo, en pleno día muchos choferes encienden las luces de los carros tratando de prevenir a los del otro carril. ¿Por qué no han podido solucionar esto en tantos años?

Se sembró banano al pie de la carretera, de ambos lados. No hay espacio en ciertos tramos para que un carro se ubique, por un daño mecánico. En ciertos lugares como Ponce Enríquez se hicieron casas con negocios al pie de la carretera, es un caos pasar. Hay cooperativas ejecutivas con conductores profesionales que están conscientes del peligro, manejan con cautela precautelando la vida de ellos y de los pasajeros. Hay curvas peligrosas que tienen advertencias, pero no es suficiente. Vi basura regada a lo largo de la carretera. El paisaje en ciertos momentos es hermoso por la vegetación. Hay gran cantidad de estudiantes orenses que estudian en Guayaquil, de allí que también circulan furgonetas y carros particulares. El Guabo, a donde he regresado después de muchos meses, luce moderno, calles adoquinadas, cables empotrados, postes de hierro, semáforos con botones, mobiliario en aceras, butacas de hierro; hoteles; tres parques conservados; iluminación. Estuvimos en un lugar muy hermoso, es un patio de comida, cerrado, con 6 locales que ofrecen diferentes opciones. No pude hacer más turismo por lo corto del tiempo, vine muy contenta de que al fin El Guabo tenga lo que se merece.(O)

Laura Gómez Serrano,

Guayaquil