En los 90 fui testigo de la transformación de un malecón abandonado, peligroso, a un malecón Simón Bolívar ícono y orgullo de Guayaquil.

En el 2012, el Municipio inauguró el puente zigzag que se une al parque lineal. Fue una bella entrada a la ciudadela Urdesa, un placer a la vista apreciar el estero Salado, las garzas... Ambas obras espectaculares en sus inicios, se han convertido en ferias tóxicas a la vista. Ya no se observa el río Guayas ni el estero Salado, solo carpas y contenedores. Las avenidas Kennedy y Carlos Julio Arosemena están saturadas de vehículos estacionados impidiendo la circulación, y la Autoridad de Tránsito Municipal de Guayaquil es oídos sordos. Escuché a la alcaldesa sus planes de convertir Urdesa en “cordón turístico”, destrozando una ciudadela residencial. ¡Urdesa necesita seguridad y no más teatros, restaurantes, o puestos de comida, ni discotecas, bares, que afectan la tranquilidad. Las veredas están llenas de vallas publicitarias que restan espacios al peatón. No aplica las sugerencias del experto de Colombia en parques, Guillermo Peñalosa, quien estuvo invitado por el Municipio para asesorar.(O)

Zoila Castro Alarcón,

ingeniera civil, Guayaquil