A raíz de la anárquica y sorprendente violencia callejera padecida por algunos países latinoamericanos, se han dado varias interpretaciones que apuntan a la aplicación del denominado Black Bloc, una especie de manual de guerrilla urbana que se ha convertido en un referente global de las principales tácticas de resistencia y enfrentamiento con la fuerza pública. En la práctica, el Black Bloc no es una organización sino un modus operandi que se dio a conocer a principios de la década de los 80 por parte de activistas antinucleares, con la característica de llevar ropa negra con el objetivo de evitar ser identificados, promover la supuesta solidaridad entre los participantes e intimidar al resto de la ciudadanía.

Se menciona que la táctica del Black Bloc es utilizada por una serie de movimientos heterogéneos, anarquistas, antisistemas y antiglobalización, habiendo sorprendido en varias ocasiones por el radicalismo de sus intervenciones; en esa línea se empezó a especular desde al año 2012, y casi como una leyenda urbana, con la existencia de un manual del Black Bloc, documento que incorporaría todas las doctrinas e instrucciones necesarias para enfrentar a la policía y ocasionar graves disturbios callejeros. Ahora se conoce que el manual existe, que está dividido en 15 capítulos y consta de 72 páginas que enseñan desde técnicas de despliegue, fabricación de escudos y bombas caseras, hasta consejos prácticos para “inutilizar a los elementos de la fuerza pública”; uno de los aspectos más llamativos de dicho manual es la instrucción detallada respecto de los habituales procedimientos de la policía, técnicas para escapar tras cometer los disturbios, instalación de barricadas, etcétera. Un punto interesante en el manual, y que podría ser relacionado con el comportamiento de quienes provocaron los disturbios en Quito, se refiere a la necesidad de “levantar adoquines o recoger piedras de obras cercanas o reventar tabiques de cierres de locales comerciales en bruto”, así como a la necesidad de arrojar a la policía bombas molotov a 130 grados para “derretir sus trajes”.

Es por lo tanto posible que la táctica de protesta radical sugerida en el manual del Black Bloc haya sido adoptada en las protestas callejeras que por distintas causas o motivos se han producido en la región en los últimos meses, por lo que resulta evidente el reto que significa este nuevo tipo de violencia callejera para la fuerza pública, especialmente si se mencionan las evidentes restricciones en el uso de munición no letal. En nuestro país, por ejemplo, la capacidad de contención y respuesta de la fuerza pública se vio desbordada ante el radicalismo de las protestas callejeras, con estrategias poco usuales y comportamientos que siguen patrones determinados en el manual, constituyéndose en un verdadero desafío para el mantenimiento del orden público.

Sería ingenuo reducir las causas de la protesta popular aquí, en Chile, en Colombia, a la mera aplicación de un manual subversivo que ha contaminado de manera definitiva la expresión del reclamo ciudadano, convirtiéndolo en ritual salvaje de resistencia, pero ciertamente para entender la violencia inusual de estas últimas semanas hay que leer la introducción del manual del Black Bloc, que dice textualmente: “La no violencia activa es contrarrevolucionaria”. En otras palabras, al diablo la protesta pacífica. ¡Cuidado! ( O)