En 1961, mientras transcurría la Guerra Fría, se construyó el Muro de Berlín. Una pared de 155 km de distancia, de los cuales 43 km atravesaban la ciudad de Berlín en Alemania. Se mantuvo firme hasta el 9 de noviembre de 1989, cuando los berlineses, tanto occidentales como orientales, con el apoyo de millones de personas en el mundo, decidieron su derrumbamiento.

Hoy se cumplen 30 años de la caída del Muro de Berlín y se mantiene como uno de los hechos más importantes para la defensa de la libertad y con mayores consecuencias geopolíticas, pues contribuyó al fin de la Guerra Fría y de varios regímenes comunistas.

El mundo celebra el trigésimo aniversario, y en Guayaquil la Fundación Ecuador Libre realizó un evento para recordar que el totalitarismo absurdo, el nacionalismo agresivo, el populismo barato y el proteccionismo son amenazas actuales en Ecuador y América Latina. El escritor Álvaro Vargas Llosa señaló que el populismo autoritario continúa intoxicando a los países de la región. Por su parte, el historiador chileno Mauricio Rojas recalcó que “la caída del muro fue doble: física y simbólica, pues marcó el colapso definitivo del Imperio soviético y de la utopía comunista”. Guillermo Lasso terminó resaltando que siempre deben triunfar la libertad, las ideas exitosas y el esfuerzo individual y colectivo para que el país pueda crecer.

Lamentablemente, tres décadas después, nuestro mundo sigue con muros y barreras. Las físicas las vemos entre Estados Unidos y México, Arabia Saudita e Irak, Corea del Norte y Corea del Sur o entre India y Pakistán. Las ideológicas son muchas más, las podemos percibir en la política, en las nacionalidades, en las razas, en los deportes, en el trabajo, en las universidades, etcétera, y son las que generan enfrentamientos, violencia y caos.

Lo importante es aprender y no olvidar aquellas ideas que generaron problemas, desigualdades, injusticias, corrupción o inclusive un sistema insostenible para que no se repitan. Alemania vivió en carne propia y superó la destrucción física, institucional, económica y social que causó el comunismo y, en menos de tres décadas, se ha posicionado como una verdadera potencia mundial.

Ecuador debe hacer lo mismo. Sepultar al socialismo del siglo XXI. Tirar a la basura las políticas de los diez años del correísmo. Rechazar toda propuesta demagógica que suponga más Estado y menos libertad personal. Todas estas son obstáculos para nuestro desarrollo.

Como se lo dijo el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan a Gorbachov, dos años antes de la caída del Muro de Berlín: “Si usted busca la paz, la prosperidad… si persigue la liberalización, venga a esta puerta, ábrala, derribe este muro”.

Tomemos nota. (O)