Hemos iniciado noviembre con una radiografía que detecta una vez más nuestro culto al ocio bajo ingeniosos mecanismos y fútiles pretextos, uno de ellos el apoyo y respaldo al turismo nacional. No se enfaden conmigo, se los explico. En mis remotos años mozos procedíamos así, en un caso similar: viernes 1, trabajo normal; sábado 2, Fieles Difuntos; domingo 3: fiestas de Cuenca (vacaciones el lunes en Azuay por los festejos cívicos del día anterior); lunes 4: trabajo a nivel nacional. ¿Qué pasa ahora? Como el Día de Difuntos cae en sábado se anticipa su asueto; y como el 3 de noviembre cae en domingo, el asueto pasa al lunes. ¡Qué maravilla! ¡Monumento al asueto, nuevo símbolo patrio! ¿Quién inventó este maléfico artilugio? 

La Asamblea Nacional, ingeniosa para dilatar estudios y enredar procesos, debiese estudiar el impacto en la economía y, de manera especial, en el civismo nacional, del calendario vigente de vacaciones. Algunas preguntas: ¿cuántos ecuatorianos se movilizan en estas fechas en pos de vacaciones?; ¿cuál es la capacidad hotelera utilizada en estas ocasiones?; ¿cuántos permanecen en sus lugares habituales de residencia?; ¿los feriados perjudican o ayudan al comercio formal e informal de las ciudades?; ¿existen otras formas de incentivar el turismo de manera permanente que no sea la vigente?; ¿cuál es el costo de un largo feriado para una familia ecuatoriana? 

¿Cómo dar la importancia que se merecen a las fechas que constan en el calendario cívico nacional? Hay que hurgar viejas disposiciones para ponerlas nuevamente en vigencia. Es propio de seres inteligentes examinar lo actuado, potenciar lo benéfico, suprimir lo perjudicial y descubrir, además, nuevas maneras de conseguir aquello que nos proponemos en beneficio de la comunidad. En este contexto, me permito algunas sugerencias. 

-Los ecuatorianos necesitamos aglutinantes que nos cohesionen, que nos hagan sentir como un cuerpo colegiado con metas comunes y con valores que sean cuidados de la cuna hasta la tumba. Caminamos de espaldas, imposible de la mano. 

-El turismo nacional no debe ser consecuencia de un programa impuesto por ley. Se dice que nadie ama lo que no conoce. Hace años los maestros diseñábamos un calendario de salidas con estudiantes para conocer primero la ciudad, luego la provincia, después la región y finalmente provincias lejanas. Terminábamos… amando más al país. Cuando aún se estilaban los viajes de sexto curso, al finalizar el bachillerato, estaba prohibido salir fuera del país si se desconocía Ecuador. Han cambiado muchas cosas: ahora no hace falta, necesariamente, salir del aula para conocer el país, la tecnología lo suple con creces. Estos viajes virtuales deben motivar el conocimiento presencial a fin de trasladar al campo las experiencias recibidas en el aula, pero  lo que intento subrayar es que sin esta motivación mal podemos tener ecuatorianos que sueñen con estar en Baños de Tungurahua, sumergirse en San Clemente, pasear por el Parque Nacional Cotopaxi, navegar en los lagos de Imbabura, conocer los caudalosos ríos de nuestra Amazonía o sorprenderse de la topografía  de nuestro maravilloso sur. 

El tema queda trunco… necesitamos aglutinantes, algo que nos cohesione, horizontes para otearlos en comunidad de afectos. (O)