Cómo entender la bestialidad humana, el odio, la venganza, el rencor de gente sin escrúpulos ni valores que, claro está, no se quieren ni ellos mismos, peor a su país, nunca lo quisieron. 

Cómo hacer que prevalezca el amor, la honestidad, el respeto, el ejemplo a las generaciones venideras, que, lamentablemente, por hogares y familias disfuncionales actualmente traen consigo ya un peso faltante de virtudes y valores morales, si lo que han visto estos últimos ocho días y con terror, seguramente, ha sido una violencia descontrolada jamás observada en nuestro país, producto de una mala siembra, una semilla que cayó hace unos años, en el lugar y el momento equivocado, pues quienes la esparcieron no pensaron siquiera en la belleza de sus campos, en su fertilidad, peor aún en la hermosura y delicadeza de un país privilegiado, que Dios nos regaló para cuidarlo, un paraíso, unas tierras que prometían una buena cosecha. Un oasis donde tenemos de todo para ser felices. 

No dejemos destruir nuestro bello país por ambiciones personales, peor aún por revanchas políticas. Depongamos actitudes, somos un país de paz, de serenidad, de gente buena y siempre los buenos somos más. 

Cómo me dueles, mi Ecuador; mirando con horror el ultraje horrendo al que te sometieron, intentando dañarnos ante el mundo, sabiendo que somos una ventana que vende turismo, por las bellezas naturales que posees y su gente que hace de todo por sacarte adelante. 

Apoyemos todos el hombro, ahora más que nunca entendamos que el país lo necesita, profesionales de toda índole, indígenas, campesinos, gobernantes, amas de casa, pueblo en general, trabajemos por su bienestar, el de nuestros hijos y por el nuestro mismo. 

Pensemos en el país que dejaremos a nuestros hijos, que nos recuerden por la pujanza de su gente para sacarlo adelante con el esfuerzo de todos, ese será nuestro mejor legado para ellos, y que estos momentos dolorosos y difíciles sean más bien el impulso y el motor para devolverle primero el honor ultrajado y con ese esfuerzo sacarlo adelante con todo nuestro amor y valor. 

¡Dios bendiga al Ecuador! (O)

Beatriz Celi Apolo,

Salinas, Santa Elena