El matrimonio igualitario u homosexual se reconoce hoy en día en el Ecuador por un fallo histórico de la Corte Constitucional, dado por cinco jueces que votaron a favor: Ramiro Ávila, Daniela Salazar, Karla Andrade, Agustín Grijalva y Alí Lozada, que accediendo a dos consultas presentadas por la Corte Provincial de Justicia de Pichincha, relacionadas con la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, lo facultan; los otros magistrados: Hernán Salgado, Carmen Corral, Teresa Nuques y Enrique Herrería votaron por la necesidad de una reforma constitucional. La Iglesia evangélica pide la revocatoria a través de una consulta popular, porque contraría la Constitución.

El matrimonio igualitario ha existido desde la antigua Roma, en China hasta el siglo XIX, desapareció en el siglo XX, y en el siglo XXI ha sido aprobado en 28 países en el mundo. Algunos países lo aceptan como unión de hecho o unión libre, adquiriendo deberes y derechos de acuerdo con leyes vigentes de convivencia de pareja.

La homosexualidad ha existido siempre e inclusive entre primates no humanos; no es una enfermedad, más bien está aceptado como una orientación sexual que algunos manifiestan desde los inicios de su infancia. Personas homosexuales mantienen una vida sana, productiva y adaptada a la sociedad, que en algunas ocasiones son discriminadas especialmente en el campo laboral por su orientación sexual.

El matrimonio homosexual permite los beneficios legales, obligaciones, derechos y deberes otorgados en un matrimonio civil en similitud al heterosexual.

En algunos países se acepta que tengan hijos parejas del mismo sexo, y se ha demostrado que sus descendientes son los que escogen sus preferencias sexuales, al igual que hijos de matrimonio heterosexual.

En la antigua Grecia, durante la edad de Oro de la filosofía, la homosexualidad fue declarada contra la ley y se la castigaba severamente. Platón a través de Sócrates impulsó el eros como un símbolo sexual entre parejas heterosexuales como algo bello y puro; como fue víctima de sodomía por parte de un regente homosexual, condenándole a la más grande humillación de su vida, más tarde escribió: ¿Quién en su sano juicio podría promulgar una ley que protegiera tal conducta?

La Iglesia católica no está en contra de la homosexualidad, pero sí defiende el comportamiento sexual dentro del matrimonio con fines de procreación que los considera unitivos y de amor entre un hombre y una mujer. Lo define como incompatible los actos sexuales entre el mismo sexo ya que no están destinados a la procreación; no los discrimina, más bien los acepta con respeto, compasión y delicadeza, pero también define como un trastorno el deseo y tentaciones hacia el mismo sexo. Debido a esta situación, los invita a realizar la voluntad de Dios, a que se unan al sacrificio de la cruz del Señor ante las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

Deben ser todos los ecuatorianos los que decidan mediante consulta popular si aceptan este tipo de matrimonio y no solo cinco magistrados, situación que se debe afrontar a nivel social, cultural y ético. (O)