Humildemente creo que la sociedad está en decadencia:
Cometemos contradicciones, y hasta crímenes atroces; exigimos tener mejores hijos pero nos comunicamos solo desde el celular; cada vez hay más antivalores y más productos antiarrugas; madres compitiendo con sus hijas por quién se ve más ‘joven’; mujeres usan modas semidesnudas; madres que no dan el pecho a sus hijos pero sí los muestran por moda; papás ven “porno” y los hijos genios ven los teléfonos móviles pero no saben ni saludar; escuelas enseñan física cuántica pero no ética; ateos despotrican contra católicos pero al menor temblorcito “suplican” a todos los santos; chicos saben mucho de autos, tecnología, pero no saben usar los cubiertos; muchachos tienen abuelos pero más cuidan sus tablets; ancianos prefieren un hogar de acogida por temor a sus hijos; maestros perseguidos por enseñar valores a sus educandos; casas con refrigeradoras vacías pero con internet y smart TV; bebés que son asesinados por sus concupiscentes padres; hombres que golpean a sus parejas; feminismo radical olvida la dulzura y la belleza de la feminidad; machos quieren ser hembras, y viceversa; los animales tienen más derecho a la vida que los seres humanos; mujeres jóvenes que exigen asientos a los hombres pero no los ceden a los ancianos; socialistas recalcitrantes que viven como reyes; gobernantes tienen a disposición aviones y sus pueblos están muriendo de inanición; tiranos de pueblos, que no mandan en sus casas... En fin, la lista de los antivalores es muy larga.(O)
César Eduardo Benítez Jiménez,
Guayaquil