El estado de salud de la seguridad social no es de interés exclusivo de los afiliados, sino de todo el Ecuador. Y no solo porque cada asegurado tiene una familia que es afectada de manera directa por las decisiones que se toman en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), sino también porque un sistema de estas características pone en evidencia el tipo de Estado en el cual vivimos en términos de solidaridad, cobertura, acceso, previsibilidad, autonomía institucional, transparencia en el manejo de los recursos, servicios, calidad en la atención, progresividad de los derechos humanos.

La seguridad social es el aspecto más neurálgico de cualquier Estado con un régimen democrático, porque en esta dimensión se concretan los avances o se agudizan los retrocesos de la población en materia de salud, jubilación y préstamos de diversos tipos. En Ecuador, el IESS ha sido una piedra angular de lo social, pero desafortunadamente los diversos gobiernos de turno han asaltado sus recursos, debido a la liquidez diaria que tiene esta institución. Cada mandatario ha prometido honrar sus deudas, pero nadie coincide con el monto, los intereses y los plazos de pago. Ahora más que nunca se necesitan estudios actuariales independientes de cualquier interés por más doloroso que sea el resultado y los responsables.

Parece que en pleno siglo XXI, la administración del IESS mantiene esquemas del siglo pasado. Por esa razón, el análisis de la institución debe ser impostergable y en profundidad sobre su estructura, funcionamiento, organigrama, talento humano, capacidad operativa, tecnología, sistemas de administración, mecanismos de rendición de cuentas. Esta evaluación debe contar con personas especializadas en la materia, pero además de una enorme voluntad de servicio y capacidad de diseño de política pública con una proyección a largo plazo.

La seguridad social no puede ser un botín político de cualquier administración de turno desde donde se produzcan acciones asistenciales, paternales y clientelares con los recursos del Estado o que, incluso, sirvan de plataforma para la creación de partidos o movimientos coyunturales que solo trabajan por las próximas elecciones y no por el futuro de las actuales y las nuevas generaciones. El IESS es de la ciudadanía, en este sentido expresa los intereses, necesidades y demandas de una pluralidad mayor a cualquier organización proselitista. Hasta ahora ingratamente se recuerdan algunas declaraciones de varios actores políticos que dijeron que el IESS no es de la gente.

Entre los aspectos que propone el Gobierno para lograr un acuerdo nacional al 2030 se encuentra la seguridad social y eso significa que los diversos sectores de la sociedad propongan para consulta del país una nueva ley que considere no solo las problemáticas estructurales y coyunturales del IESS, sino también un ejercicio de carácter prospectivo, es decir, qué podría garantizar la sostenibilidad del sistema, de qué manera, con qué recursos y bajo qué criterios. El IESS debe ser, a todas luces, una institución independiente del Gobierno, de ahí que su directorio debe contar con esas características para beneficio y garantía del país.(O)