¿Máxima seriedad?, ¿la de quién?, ¿ la de los mártires de la violación? o ¿ la del Vaticano? Sin duda los mártires son testimonio viviente, aunque no dudo de la buena voluntad del papa, a pesar de tantas palabras que no resuelven el tema, en la reciente cumbre contra la pederastia. Hay un refrán que dice “de buena voluntad está empedrado el infierno”.

Es imprescindible tomar el toro por los cuernos, empezando por conocer quién es el niño y quién el violador en un estudio analítico del fenómeno mortal de la pederastia para sacar conclusiones y tomar decisiones y medidas contundentes. Pero el papa, a pesar de su buena intención, también está atado no solo por las circunstancias que lo rodean sino por la estructura socioeducativa que ha creado la misma Iglesia al calcar con toda exactitud el sistema oficial de educación que deseduca y aniquila la personalidad del niño, privándolo de su libertad para razonar, analizar y criticar. El niño obediente es el primer candidato a la violación.

Y aunque Francisco pretenda aplicar iguales mecanismos que los organismos internacionales, de la ONU o Unesco en la peste de la pederastia, no lo podrá hacer dentro del sistema educativo oficial, aceptado por la Iglesia, que somete al niño a la obediencia contra su capacidad de análisis, vivencia y experimentación. La pederastia es el resultado de la situación actual del mundo. Y este sistema deseduca en lugar de educar: es un sistema memorizante, divorciado de la crítica y del análisis para el desarrollo del niño y contradictorio en la enseñanza de valores. Para colmos, los muy sabios maestros del Ministerio de Educación pretenden corregir la corrupción y falta de ética y civismo con el sistema tradicional: la memorización. Y tendremos a los niños con una nueva malla curricular, sí, pero memorizando el aprendizaje de valores para que les entre por un oído y les salga por el otro.

El aprendizaje de valores no se memoriza. Es una experiencia vital que empieza en el hogar. Por tanto, la educación viene del adulto: se debe educar al adulto (padres y maestros) antes que a los niños, por lo cual es imprescindible una escuela para padres y otra para docentes en la concepción liberadora de la educación, educación liberada de la consuetudinaria y aburrida memorización sometida a premios, castigos, notas, puestos y la obligación de la obediencia. El niño obediente es la presa más fácil para el violador.

Otro factor trascendente en la educación es liberar al niño del aprendizaje idolátrico del dinero como columna vertebral para el diario vivir, haciendo de la educación el gozo vital y la felicidad de la concepción independiente del creador y del ser solidario que creció en una sociedad libre e igualitaria. Las escuelas deben ser administradas por asambleas de los mismos niños que aprenderían así, no como robot o memoristas sino por experiencia qué es democracia y justicia. Es recomendable empaparse de la experiencia del maestro inglés Alexander Neil publicada en su libro Summer Hill sobre su escuela liberadora en Inglaterra.

Y en nuestra misma ciudad de Guayaquil tuvimos una escuela liberadora durante ocho años denominada Fantasía y que fue declarada ‘Plan Piloto del Guayas’, escuela que suspendimos por motivos económicos que el Estado debió solventar y no lo hizo.

Si se pretende la máxima seriedad en la devastadora pederastia, se debe empezar por el cambio del sistema oficial de educación nacional y el de la Iglesia con conclusiones vivenciales, contundentes que protejan al niño como prevención y lo resuciten de su muerte en vida tras la violación.

Mi contribución son mis oraciones y una escuela liberadora que jamás experimentó la monstruosidad de la violación ni corrientes contra natura, pues en ella fluye la felicidad del bien, la verdad y la justicia en el aprendizaje, es decir, la felicidad para el niño y todo ser que camine por sus aulas de auténtica santidad según el famoso psiquiatra Erich Fromm.(O)