Nuestro invitado

El nuestro es un país de emprendedores. Es algo innato en los ecuatorianos, seres que siempre se “han buscado la vida” y han sacado a sí mismos, a su familia y al país adelante. Existen emprendedores (hay varios y valiosos ejemplos) que decidieron y tuvieron la oportunidad de formarse académicamente. Pero no siempre hay la oportunidad, el dinero o el tiempo para hacerlo.

Sin embargo, estoy convencido (y de acuerdo con varios estudios realizados dentro y fuera del país sobre el tema) de que la educación en emprendimiento interviene en la formación de actitudes, comportamientos y habilidades emprendedoras de los individuos, lo cual incide en el desarrollo económico de las sociedades.

A menudo escucho hablar de formación empresarial, y siento que esto está más bien enfocado a estudiantes de pregrado o posgrado en carreras relacionadas con el sector de las empresas, la gerencia, la administración, etcétera. Pero creo que, al menos en nuestro país, existe una verdadera necesidad de replantear hacia qué lado dirigir el proceso cognitivo de los emprendedores: la estimulación de sus actitudes personales, especialmente fortaleciendo su sentido de responsabilidad social, el desarrollo de su sistema de pensamiento (más creativo, más plástico) y motivando su compromiso para contribuir al desarrollo sociocultural y económico sostenible de sus respectivas comunidades locales con visión global.

Pero hay que empezar desde los más chicos, en los primeros años de educación básica, incluso en el preescolar. No como una materia de relleno, sino como una real y verdadera asignatura teórica y práctica. Y algo más: formar en emprendimiento no es solo enseñar a crear o a dirigir un negocio. Esta formación está más ligada a alentar la creatividad y a promover un sentido de autorrealización personal y enseñar a autoevaluarse periódicamente en el cumplimiento de las metas.

Es importante crear un entorno de aprendizaje innovador y creativo a través de juegos, actividades, grupos, organizaciones, etcétera. Por eso, es muy positivo dedicar tiempo y espacio a la expresión libre, ya que les ayudará a reflexionar, crear ideas y conocer sus motivaciones. Porque hay algo que siempre debemos recordar: todos, en mayor medida, somos emprendedores.

Y aunque las nuevas generaciones parecen venir con un chip altamente tecnológico incorporado, creo que es importante que se eduque en el eficiente manejo de la identidad digital y en la vida en las redes. Eso, en el futuro y en la práctica marcará la diferencia entre vender o no vender. Sin perder de vista, por supuesto, la formación de las habilidades de comunicación interpersonal, pues de ello depende el logro de resultados y es algo que nunca pasará de moda.

Educar en emprendimiento es una forma de educar para la vida, pues esta formación es esencial para que los alumnos asuman riesgos, sean independientes y tengan confianza en su futuro laboral. (O)

* Analista financiero.