Durante los últimos días el mundo entero ha seguido de cerca la crisis de combustible que sacude a México a las pocas semanas de asumido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Según explica el propio presidente, la escasez de combustible se debe a una lucha contra los huachicoleros. Los huachicoleros son personas que, según este término mexicano, “huachicolean” el combustible de los ductos que lo transportan hasta las terminales de abastecimiento en diferentes puntos del país. Es decir, extraen combustible de los ductos para luego venderlo en el mercado negro. Lo curioso de esto es que el huachicoleo ha sido abiertamente conocido por todos desde hace años sin que ningún presidente haya intentado frenarlo.  Las pérdidas anuales en combustible gracias al huachicoleo suman hasta $ 3.000 millones anuales y AMLO, como todo mesías, pretendía ser el héroe que acabe con este robo. Me pareció interesante este término mexicano, que significa coger algo que no es tuyo, pero que es públicamente conocido. Pudiéramos decir que algo parecido ha sucedido en Ecuador en los últimos años. Uno de los huachicoleros más grandes ha sido el IESS, que en la última década se huachicoleó $ 5.410 millones de los ahorros de sus afiliados. El Gobierno Central y la banca pública también  huachicolearon dinero del Banco Central dejando un hueco de más de $ 7.000 millones. Lo más grave de esto es que, en el caso de necesitarse, el Banco Central no tiene la liquidez necesaria para devolver la totalidad de las reservas bancarias que le fueron confiadas por la banca privada y el sector público no financiero. Los excesivos y altos impuestos son también una especie de huachicoleo. El Gobierno decide coger dinero de nuestros bolsillos cada vez que nos hace pagar precios más altos por productos importados. Un claro ejemplo son los vehículos. En Ecuador pagamos muchas veces el doble por un mismo vehículo que en Estados Unidos o Panamá. Los altos aranceles e impuestos innecesarios, como el impuesto verde, son los causantes de esto.  El Estado también nos huachicolea el 5% del valor de todas nuestras compras en el exterior a través del impuesto a la salida de divisas (ISD). No podemos olvidarnos del trabajador que debe obligatoriamente aportar el 9,45% del valor de su sueldo a un seguro social ineficiente que muchas veces no cubre sus necesidades al momento de enfermarse. El huachicoleo puede no solo ser de dinero, sino también de tiempo que el empresario, empleado, agricultor, etcétera, gasta en conseguir permisos, normativas y excesiva tramitología, restándole tiempo para producir.

Justamente lo que permite impulsar la productividad y hacer que la economía crezca es la eliminación de todas estas trabas y huachicoleos que el Gobierno aplica a los ciudadanos que desean crear riqueza.  Necesitamos menos inflexibilidad laboral para crear más empleo y de mejor calidad, menos trabas, menos impuestos que encarecen los costos de producción. Pero sobre todo necesitamos un Estado pequeño y eficiente que no se dedique a huachicolear a los ciudadanos, sino que busque nuevas alianzas comerciales, que abra al Ecuador al mundo, que a través de sus políticas públicas atraiga mayor innovación e inversión para crear así mayor riqueza y bienestar para todos los ecuatorianos. (O)

* Economista.