El nuevo vicepresidente ha sido criticado por su edad y falta de experiencia. Pero ¿qué realmente es lo que define a un buen candidato para asumir un cargo público? Algunos piensan que la edad, los títulos académicos, el currículum o incluso el tamaño del bolsillo son los factores determinantes de quien aspira a ejercer un cargo público. ¿Realmente es así? Vamos por partes.

¿Los millonarios son buenos candidatos para entrar a un cargo público? Parecería que es bueno porque existe una correlación entre un ingreso más alto y una mejor educación y formación. Estas resultan convenientes para desarrollar un buen gobierno. Otra razón es que una persona millonaria podría asegurar mayor independencia que alguien que carece de fortuna propia frente a otros grupos de presión que pretendan beneficiar a determinados grupos económicos. Dicho esto, también es posible que una persona pudiente una vez que adquiera poder político lo utilice para beneficiar sus negocios.

¿Los individuos con más títulos o experiencia en academia son los mejores candidatos? Cierto es que en el país muchos sufren de “titularitis” y se dejan deslumbrar fácilmente con un cartón. Existen individuos que usan –a falta de verdaderos argumentos y evidencia empírica– sus títulos académicos para respaldar cualquier disparate que se les ocurre comentar los sábados por la mañana.

¿Los jóvenes siempre son mejores? La edad está correlacionada con la experiencia y esta, a su vez, puede resultar conveniente para un funcionario en un cargo público. Pero hay jóvenes que no solo carecen de experiencia, sino que tienen ideas equivocadas que resultan desastrosas una vez que son implementadas. Asimismo, hay políticos mayores de edad que también tienen ideas equivocadas. Hay personas honradas de tercera edad, y también las hay en la juventud.

Sobre la experiencia, si es en el “manejo político” como se ha venido haciendo la política, me inclinaría a pensar que es mejor no tenerla. Si es experiencia en imponer un mismo menú para todos desde arriba, también mejor no tenerla. Se requiere tener cierto don de mando y gusto por arrasar con las preferencias individuales de la gente para hacer eso, y mejor que un candidato no tenga eso...

Pero en todas las edades, sin importar la experiencia o formación académica ni la profundidad del bolsillo, existen individuos con una moral pervertida y/o con ideas peligrosas y, por otro lado, personas con principios claros e ideas positivas. Un no tan joven Ludwig Erhard (52 años) transformó una Alemania destruida por la Segunda Guerra Mundial y la hiperinflación. En cambio, un joven de 32 años, Mart Laar, asumió la presidencia de Estonia y confiesa que para ese entonces “solo había leído un libro de economía: Libertad de elegir, de Milton Friedman”.

Asimismo, la humildad no discrimina por edad, experiencia, formación académica o riqueza. Es conveniente, deseable, quizás que un candidato tenga buena educación y experiencia, pero nada de eso bastará si no tiene la humildad de aceptar que no puede resolverle todos los problemas a todo el mundo, que no es un redentor, porque simplemente carece de la información y recursos para hacerlo. Además, porque tuviera que coartar muchas libertades individuales en el intento fútil de hacerlo. (O)