Por los elementos que lo integran, el cine es un medio extraordinario para documentar historias y por eso, gracias a él, podemos conocer o aumentar nuestra información sobre personas y acontecimientos admirables, que nos emocionan y cuestionan, sobre todo si meditamos sobre la trascendencia de nuestra propia existencia.

Aún bajo la emoción de sus respectivos mensajes, dos películas me inducen a escribir este artículo, al tiempo que recuerdo con nostalgia la desatendida propuesta que formulé en el artículo ‘¿Siempre cine foro?’, que publicó el diario Hoy el 28 de julio de 1985, pues considero que no se debe desaprovechar la oportunidad para reflexionar, en común, sobre el fondo y la forma, el mensaje y los desafíos implícitos o explícitos propuestos por los responsables de una obra cinematográfica.

Me referiré a las películas El siguiente round y Dos coronas.

Ambas se refieren a acontecimientos históricos: la primera a la creación de una academia de boxeo y la otra a la vida de una persona; ambos ejemplares.

Su ambientación es muy diferente: un barrio de la isla Trinitaria, uno de los suburbios de Guayaquil, de nuestros días, en un caso, y en el otro Polonia y Japón, en tiempos inmediatamente previos y durante la Segunda Guerra Mundial del siglo XX.

Los personajes ejes de las historias que se presentan son el afrodescendiente ecuatoriano Yecson Destructor Preciado y el sacerdote católico franciscano polaco san Maximiliano Kolbe.

Ninguno de los dos obran para sí mismos, su finalidad no es su propia fortuna o gloria, no están interesados en su éxito individual, persiguen el bien de otras personas: en un caso preservar del vicio y la delincuencia a jóvenes de su difícil entorno social y en el otro difundir con la palabra escrita y el ejemplo el mensaje de hermandad y salvación de la Iglesia católica, bajo el amparo de la Virgen María.

Ni don Yecson ni el P. Maximiliano se rinden, a pesar de las dificultades con las que se enfrentan, realizan siempre su mayor esfuerzo para vencerlas y alcanzar sus ideales que no son para su vanagloria sino en beneficio de otros, sin escatimar la búsqueda de las ayudas que requieren, venciendo las dificultades que se les presentan en el logro de sus altruistas metas.

Ambos se nos presentan como ejemplos de altura de miras, desinterés personal, volcados a la acción para el beneficio de otros seres humanos: jóvenes que pueden devenir en adictos a las drogas, pandilleros o delincuentes, en un caso, y, en el otro, estimular el conocimiento y la práctica de los preceptos y virtudes que proclama, cuyo ejercicio fomenta la Iglesia católica, particularmente la devoción a la Virgen María.

¡Qué par de tipos! Con qué convicción, vehemencia y decisión, sin sobrepasarse, cumplen sus respectivas misiones autoimpuestas, remontando dificultades.

San Maximiliano donó su vida a cambio de la de un padre de familia y don Yecson lo hace a su manera, con sus jóvenes boxeadores.

¿Cuáles historias faltan por documentar? ¿Sería tan amable en darme su opinión?

(O)