Reaparecieron justo en Halloween. Los zombis verdeflex. Correa, Patiño y Alvarado. Un trío que no necesita máscara para asustarnos. Y nos recordaron que con ellos las cosas siempre podrían estar peor.

Correa organizó una sabatina belga para defenderse y dar su versión del caso Balda. Aprovechó para decir el tipo de cosas que solo un tipo como él puede decir. Por ejemplo, se quejó de una justicia parcializada en el actual Gobierno. El chiste se cuenta solo. Dijo que su seguridad está en riesgo porque sabe muchos secretos de Estado. Se quejó varias veces de la doble moral del Gobierno actual. Criticó la falta de ética de Lenín por cobrar doble sueldo, como presidente y exvicepresidente. En eso tiene razón, pero parece olvidar que en el campo de la doble moral él fue el campeón como presidente, ganando cientos de miles de dólares en juicios con jueces serviles.

En fin, lo de Correa fue un poco más de lo mismo de siempre, solo que ahora sin gran público de cola y sánduche, ni cadena nacional que multiplique su voz por todo el país. Fue un amable recordatorio de la suerte que tenemos de ya no tenerlo en Carondelet. Cerró su sabatina defendiendo la inocencia de Lula, Cristina Fernández de Kirchner y Jorge Glas, todos unos pobres perseguidos.

Más cerca, en un mitin político en Latacunga, al exministro de Economía y Finanzas, exministro del Litoral, exministro de Coordinación Política y exministro de Relaciones Exteriores se le nota la desesperación de haber perdido el poder. Debe extrañar viajar por el mundo entero, comer rico, dormir en lujosos hoteles sin pagar un centavo.

Ricardo Patiño pide muy enojado a los seguidores correístas que salgan a hacer relajo, que pasen de “las estrategias de resistencia pasiva y organizada, a la resistencia combativa”, que se preparen “para la represión, porque tenemos que tomarnos las instituciones públicas, tenemos que cerrar los caminos”.

Tiene suerte Patiño de no enfrentar a un Correa en el poder, o lo destrozaban en la sabatina, y ese mismo lunes se le metían a la casa, le abrían los cajones, se le llevaban sus computadoras, y un par de días después ya tenía orden de arresto por incitar a la violencia.

Y para cerrar este trío de zombis, Fernando Alvarado reapareció en un video. Lo hizo luego de fugarse del país con la misma facilidad con la que interrumpía noticiarios con cadenas nacionales. Alvarado también se queja de persecución política, de justicia politizada y todas esas prácticas en las que ellos fueron los grandes maestros.

Así estamos. Entre correístas, excorreístas y correístas disfrazados de excorreístas, que al final del día son los mismos. Los de ayer de largo peores, abusadores del poder, maestros del despilfarro y la corrupción, cínicos inigualables. Los de hoy, menos escandalosos, más moderados, pero con muchísimo por hacer si quieren desligarse de su reciente pasado correísta y probar que sí pueden gobernar.

No hay que descuidar a los zombis del correísmo. Resucitan, se niegan a morir y pueden morder. Ya nos hicieron suficiente daño como para permitir que se acerquen nuevamente al poder. (O)