La semana pasada, en el marco del festival Ecuador Cine Aventura, se proyectó el documental D’Yaira la jaguar valiente, realizada por los talentosos jóvenes del grupo comunicacional Afuera Ecuador. Con economía de medios, en el documental menos es más, el video relata el caso de un jaguar hembra joven, rescatado herido por un disparo de escopeta que le dejó dieciocho perdigones alojados en su cuerpo. Un proyectil había dañado una vértebra por lo que la hermosa fiera iba a quedar tetrapléjica y habría que sacrificarla. Los veterinarios especialistas en rehabilitación de fauna salvaje, Carolina Sáenz, del Instituto de Conservación de Fauna Silvestre de la Universidad San Francisco de Quito, y Johnn Castillo, del Parque Turístico Nueva Loja, se resistían a dejar que un ejemplar de una especie amenazada y altamente simbólica tuviera tan triste destino.

Con la colaboración de Andrés Ortega, director del Instituto de la USFQ, y de Eduardo Díaz, profesor de esa universidad, idearon un audaz plan para salvar al espécimen. Contactaron con el doctor Julio Enríquez, neurocirujano del Hospital de Los Valles, obviamente dedicado exclusivamente a la medicina humana, para que opere al animal. Enríquez, inicialmente sorprendido, en seguida se interesó en el caso. Se practicó una cirugía de precisión que removió esquirlas de hueso y el perdigón. A los pocos días, D’Yaira (jaguar valiente, en lengua secoya) reaccionó, comenzó a ponerse de pie y luego a caminar. Todo este manejo debía extremar el cuidado, evitando que el felino se acostumbrara a la presencia humana, que habría impedido reintegrarla en su hábitat. El documental narra con pericia cinematográfica el angustioso y largo proceso, hasta el magnífico clímax del momento en que el animal, liberado en el Parque Yasuní, tras un salto se aleja a la carrera de la jaula.

Esta historia no tiene final feliz. Se había puesto al jaguar un collar de monitoreo radial. Vemos en el video cómo con antenas portátiles se busca la señal del aparato. Vano esfuerzo. Luego el equipo emprende la búsqueda de la fiera. Poco después encontraron el cadáver de D’Yaira. No había sido cazado ni atacado por otro animal. Cualquier cosa que se diga sobre la causa de la muerte es especulación. Llanto y reflexiones de los especialistas por el fracaso final de un intento que pareció en su momento tan prometedor. Eduardo Díaz dice que habría sido fácil y bonito decir que se perdió la señal, para que se asuma que el felino vaga libre por algún lugar de la selva. Pero eso no enseña nada, mientras que la historia completa nos demuestra que la naturaleza no puede ser dañada y que los esfuerzos por resanar depredaciones, por sofisticados y voluntariosos que sean, siempre corren el riesgo de ser infructuosos. Severa lección ecológica que trae además conclusiones éticas. El éxito, si no es bien administrado, lleva al envanecimiento. Igual el fracaso, puede conducirnos al derrotismo, pero si se sabe aprovecharlo deja enseñanzas imperecederas, que son las que al final permiten el perfeccionamiento moral y técnico del ser humano. (O)