Frente al progresivo deterioro de la situación económica, es frecuente observar a ciudadanos que queriendo trabajar, no encuentran empleo y se dedican a comprar para luego vender, cosas que son de dudosa procedencia. No se justifica la reventa de cosas robadas porque fomenta, entre otros aspectos, la comisión de otros delitos.

Una de las causas de esto es que los habitantes de sectores rurales e inmigrantes que buscan nuevos horizontes, se refugian en las ciudades alcanzando proyecciones sociales inquietantes. Esto observamos en Guayaquil, es culpa en muchos casos de gobernantes que no otorgan al problema de las cachinerías la trascendencia que merece. Es indispensable solicitar cooperación de organismos internacionales para que efectúen un estudio a fondo sobre la problemática nacional.(O)

Álex León Ramírez,
abogado, Guayaquil