El progreso mundial (con todos los problemas que esto acarrea, que ciertamente son menos que los éxitos) se ha basado en algunos pilares: potenciar las cualidades del individuo incluyendo la responsabilidad y sus deseos de crear una mejor sociedad para todos, apertura a los movimientos e intercambios, desarrollo de ciencia y tecnología, un sistema político menos autoritario y discrecional (…quizás un par más). Uno de esos pilares está en duda actualmente: la apertura a los intercambios.

Estamos al inicio de una guerra comercial iniciada por el presidente Trump. Incrementa aranceles, e inmediatamente hay una retaliación con armas iguales. Lo hace probablemente no por ignorancia (también puede serlo), sino por posicionamiento político: muchos electores le apoyan en este combate, mientras pierde menos votos que los adquiridos (tema de la vida social: los “afectados” se manifiestan con mayor claridad que los beneficiados, aunque estos sean mayoritarios). Además el mercadeo político casi obliga a estar presente en primera página (la famosa frase “que hablen bien o mal de ti, pero que hablen”), y quizás (sería un resultado sorprendente pero no imposible) al final logre algunas ventajas en la negociación que impliquen menores aranceles en el mundo, es decir, resultados positivos.

Pero es un billar peligroso a cinco bandas, porque si algo mueve la economía de las personas, empresas o países (que no son sino conglomerados de personas y organizaciones) es la posibilidad de especializarse e intercambiar de manera libre. Y en este campo hay muchas interpretaciones erróneas (estando claros que sí hay afectados, y sus voces resuenan). Uno, se habla de balanza comercial (bienes) pero se olvida que el intercambio de servicios es enorme, y EE.UU. obviamente es superavitario. Dos, se habla de empleos perdidos (ciertamente existen) pero no de los ganados en otros sectores. Tres, se olvida mencionar que el déficit externo de EE.UU. no se debe a tal o cual producto sino que el conjunto de la economía gasta más que su nivel de ingresos. Cuatro (contraparte de lo anterior), no se toma en cuenta el enorme flujo de capitales hacia EE.UU., y cuando se reciben más recursos casi inevitablemente se gasta más y el déficit aumenta. Cinco, el dilema de Triffin nos dice que si Estados Unidos es el emisor de la moneda internacional que proporciona liquidez para el funcionamiento de la economía mundial, esta emisión implica un déficit de la balanza externa. Y más… pero hay algo cierto e indiscutible: todos perdemos con las guerras comerciales.

…Y Trump ya está preparando otra batalla, esta vez con los países de la OTAN, para obligarles a incrementar su aporte presupuestario. Probablemente tenga razón, pero sus maneras pueden desestabilizar los frágiles equilibrios europeos. No olvidar que siendo EE.UU. la principal potencia mundial tiene una obligación de apoyar esos equilibrios, no quebrantarlos… a no ser que tenga una idea de cómo crear un nuevo mejor entorno… ¿Será?...

NOTA: El domingo una final mundial relativamente poco atractiva entre Francia (reprimida) y Croacia (enorme voluntad). Es de las menos llamativas en mucho tiempo. Igual disfrutar el cierre del Mundial …y en 4 años a Qatar.(O)