La Revolución Ciudadana está muerta. La verdad es que no fue revolución y mucho menos ciudadana, pero así llamaban sus creyentes al “proyecto”. Los fétidos cadáveres caminan esparciendo el pestilente hedor de la corrupción. Como todos los muertos vivientes, como los zombis haitianos o los vampiros eslavos, todavía puede causar daños. No resucitarán, aunque pueden mantenerse en ese estado indefinidamente. Además su alimento, más si en vida ya eran socialistas, es sangre de sectores productivos. Como no hay suficiente para todos, la tropa zombi se ha dividido en mitades, que se enfrentan ferozmente por los despojos. Se puede alargar así la fábula apocalíptica, metáfora que no por fantástica representa menos la realidad.

El actual gobierno no es tal. Gobernar proviene de la expresión griega “kybernaein”, que quiere decir literalmente girar la nave. Adelantando el sentido, dirigir el barco. Y eso es justamente lo que no está haciendo el grupo de personas que hoy figuran en las más altas posiciones del Estado, más allá de la buena voluntad que podemos reconocerles. Vamos en un barco a la deriva, la tripulación solo puede reaccionar ante las circunstancias, sin que sea capaz de imprimir un rumbo definido. Lo podemos ver en todos los frentes. El plan que se llama de “reactivación económica”, por ejemplo, no es tal, sino una serie de medidas dispuestas para permitir al régimen sobrevivir un año más, capeando apenas la situación. Ni los más optimistas partidarios creen que se logrará una reactivación, lo que intentan es conseguir recursos para llegar con mucha suerte a 2020... pero entonces estaremos en año electoral y ya nada importará. No hay rumbo definido porque además carecen de las herramientas necesarias, son gente formada y creyente en dogmas socialistas, que saben que no funcionan, porque los hechos lo han demostrado cruelmente, pero son como perdidos marineros que por soberbia se niegan a abandonar las cartas erradas.

Algo parecido ocurre con la seguridad. Todo lo que se ha hecho es reaccionar ante circunstancias atroces, pero no existen proyectos de largo plazo para evitar la avenida de violencia y el empoderamiento de la narcoguerrilla. Este anonadamiento proviene de que se creyeron, al menos en parte, la mentira de la “mesa servida”. Ignoraban o, mucho más exacto, quisieron ignorar la gravedad del endeudamiento estatal y de la situación de la frontera norte. Cuando una nave está en pasajes difíciles, sépalo señor capitán, se recurre a un práctico, “técnico que, por el conocimiento del lugar en que navega, dirige el rumbo de las embarcaciones”. Pero en la visión ideologizada que tienen creen que los prácticos, los técnicos, son sus enemigos. Ya lo sentenciaron, con la “derecha” ni a misa. La opinión pública quisiera ver en el gabinete diplomáticos de carrera, pero esos son “momias cocteleras”; exmilitares y expolicías expertos en seguridad, pero eso son “fascistas”; y economistas de trayectoria probada, pero esos son “neoliberales”. Entonces se condenan a estar a salto de mata, de emergencia en emergencia. Se condenan a seguir siendo los zombis de una revolución muerta. (O)