Mientras esperamos el anuncio del tan mentado “Programa Económico del Gobierno Nacional”, pospuesto para el lunes 2 de abril de 2018, según información periodística, hecho con el cual se cumplirían 11 meses del Gobierno, revelándose que no se contó con esta herramienta fundamental al inicio del nuevo Gobierno o, lo indicado por el propio presidente de la República en el sentido de que no hubo tal “mesa servida”. Al contrario, se entregó un país con problemas en la economía; alto déficit fiscal financiado en buena parte por deuda cara y recursos del Banco Central; una seguridad social con serias deficiencias de sostenibilidad, pues se le extrajeron los recursos de sus aportantes para ser utilizados en gasto corriente (sabatinas, viajes, etcétera); un sector externo poco competitivo por sus elevados costos de producción, provocando que los exportadores tengan dificultades de vender en el exterior e ingresar por esta vía un flujo creciente de dólares a nuestra economía; un sector laboral en constante debilitamiento ya que el empleo que crece es el de mala calidad ya que más trabajadores salen del empleo formal.

A la vez, el reciente exministro de Finanzas, en pocas semanas ha cambiado su discurso a una posición crítica de la situación económica, tratando de separarse de sus antiguos jefes, declarando con frontalidad inusitada, que la situación fiscal es delicada y que inclusive de no tomarse las medidas que él propuso, como el incremento a los aranceles, la dolarización podría estar en peligro. Qué tan compleja será la situación económica, que el ministro Coordinador de Política ha reconocido que “no hay plata” y que el “Seguro Social está quebrado”.

Más allá de lo acertado o no de las recientes declaraciones de las autoridades antes mencionadas, queda la duda de si conocían o no lo que pasaba en el país, a pesar de que ellos y muchos otros fueron asesores por varios años y funcionarios públicos ubicados en el jerárquico superior, que participaban en los gabinetes ministeriales dirigidos por el expresidente Correa.

“Mientras esperamos… el anuncio del Programa Económico del Gobierno Nacional”, los ecuatorianos tenemos la esperanza de que finalmente este sea integral, gradual y pragmático, que fije unos objetivos de crecimiento, inflación y empleo creíbles de corto y mediano plazo para atraer inversiones nacionales e internacionales, sobre cuya necesidad ya no se discute desde la ideología. Tan es así que, en alguna de las propuestas desde la “visión heterodoxa” se considera hacer del Ecuador un Centro Financiero Internacional al estilo de Panamá, hecho que en la década pasada era impensable.

Los ecuatorianos “mientras esperamos” el anuncio del Programa, sabemos que el costo de la fiesta de la que gozaron unos pocos por 10 años, hoy la tenemos que pagar todos. Por ello se hace imprescindible, que quienes se beneficiaron de fondos públicos devuelvan los recursos al fisco, así como los que tomaron decisiones opuestas al crecimiento y al empleo asuman que actuaron como un padre de familia dedicado a atender sus diversiones y no a mejorar la calidad de vida de los suyos.