Entre las preguntas de la consulta, considero que la más importante tiene que ver con la reelección ilimitada del presidente. Muchos de los partidarios de esta provisión –introducida como una enmienda a la Constitución de 2008 en diciembre de 2015 mediante un proceso sumamente cuestionado– han argumentado repetidas veces que eliminarla sería limitar los derechos de participación política de los ciudadanos y que se hace con dedicatoria.

El debate acerca de la reelección presidencial sin límites se dio entre el general Juan José Flores y Vicente Rocafuerte allá por 1843 y lo ganó sin lugar a dudas el segundo. Esa victoria, que Rocafuerte ganó primero en el campo de las ideas y luego en el de los hechos, en gran medida fue gracias a sus escritos titulados ‘A la Nación’, los cuales publicó desde Guayaquil y, luego, desde su exilio voluntario en Lima.

En el primero de estos ensayos, Rocafuerte dijo:

“...yo soy de opinión que ninguno de los dos debe mandar en el próximo periodo constitucional, porque así lo requiere el principio alternativo y lo exige el verdadero interés de la patria. También es sabido que nadie hace falta en este mundo, y que la existencia de las naciones no depende de la de un hombre, por grande que sea”.

Rocafuerte destacaba a Washington, quien renunció dos veces al poder: cuando declinó la oferta de coronarse como rey luego de la guerra de la independencia y cuando le propusieron ser presidente por tercera vez y la Constitución se lo permitía. El célebre escritor francés René Chateaubriand tuvo la oportunidad de conocer tanto a Washington como a Napoleón Bonaparte, y diría que ambos salieron “del seno de la democracia: nacidos ambos de la libertad, el primero le fue fiel, el segundo la traicionó”. Sobre Bonaparte, agrega que “los hombres no fueron a sus ojos sino un medio de poder: ninguna afinidad se estableció entre su felicidad y la suya; había prometido liberarlos y los encadenó”.

Citando el ejemplo de Washington, Rocafuerte protestó contra la ambición de Flores de postularse para un tercer periodo presidencial que, en el marco de la Constitución de 1843 (la Carta de la Esclavitud), probablemente aseguraría su permanencia ilimitada en el poder.

Otros dicen que la pregunta acerca de la reelección ilimitada es otro ejemplo de la legislación o constituciones con dedicatoria en nuestro país. Pero considerando los textos de las 20 constituciones que ha tenido la República desde su fundación en 1830, vemos que realmente solo una Constitución contempla la reelección indefinida y esa es la de Montecristi luego de ser enmendada con una mayoría oficialista en la Asamblea Nacional en 2015.

Ni siquiera la llamada “Carta de la Esclavitud” de Flores (1843), ni la “Carta Negra” de Gabriel García Moreno (1869) contienen de manera explícita la provisión de reelección ilimitada.

Los ecuatorianos tenemos la oportunidad de deshacer esa enmienda constitucional realizada en 2015 a espaldas de la ciudadanía, restaurando así una saludable tradición que limita el Poder Ejecutivo. Fue la introducción de la reelección ilimitada la que se hizo con dedicatoria para beneficiar específicamente a un ciudadano con nombre y apellido. (O)