Pasadas las fiestas de Navidad y Año Nuevo, ¿qué queda?

Para muchos la alegría de los encuentros, la comida compartida, las conversaciones, la sorpresa de los regalos, la ropa nueva. Y acontecimientos, noticias alegres y tristes, impactantes y cuestionadoras.

Estos días han tenido como eje motor el tiempo y los afectos, la fe o su ausencia, los porqués y sus respuestas, los proyectos, lo que se anhela, lo que se teme.

Los festejos perturbaron muchos animales, sobre todo pájaros. Mi sobrina recogió uno bien emplumado. “Es pequeño, duerme. Le doy de comer en el pico. Estoy con él pegado… porque si no las gatas se hacen un banquete... Él me deja acercar… dormí con él al lado de la cama. (Tiene esposo y dos hijos…) Me despertó cantando, pensé que estaba mejor… lo fui a liberar, me miró y se quedó en la media… todavía no es hora de que vuele…”.

¿Sufrirán además de perros, gatos, nuestros compañeros domésticos, también las plantas nuestra locura de fuego, humo y cenizas? Los fuegos son “artificiales”. El murmullo de la creación, su conversación, que no siempre oímos ni prestamos atención, es sinfonía que protege y alerta sobre los peligros que ocasionan nuestros desmanes en aras de una felicidad de luces y colores.

¿Cómo será vivir en armonía con todo lo que existe?

En el 2017 tuve una experiencia cercana con la muerte, el poema de Borges Aprendiendo expresa lo que quisiera decir a cada uno de los lectores, lastimosamente debí cortarlo, los invito a leerlo en su totalidad.

“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma. Y uno aprende que el AMOR no significa acostarse. Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender... Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.

“…Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del Sol puede quemar. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y así cada día.

“…Con el tiempo comprendes que solo quien es capaz de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad… Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados y que quien no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado solo de falsas amistades. Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen hiriendo durante toda la vida. Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es atributo solo de almas grandes. Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, es muy probable que la amistad jamás sea igual. …Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios. …Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba ya no tiene sentido. Pero desafortunadamente, solo con el tiempo...”. (O)