A finales de la semana pasada, Argentina y Chile firmaron, después de algunas rondas de negociación, un acuerdo comercial de largo alcance. Se ha destacado que tras cinco encuentros de negociación, los dos países llegaron a un acuerdo bilateral que amplía y profundiza instrumentos jurídicos en distintas áreas, como inversiones, servicios, compras públicas, telecomunicaciones y comercio electrónico.

Dentro del capítulo de telecomunicaciones se ha destacado la futura eliminación del roaming, el cobro extra por realizar y recibir llamadas en el extranjero. Este compromiso entre ambos países es inédito en el continente y, según ha sido anotado oficialmente, es una iniciativa importante, sobre todo considerando los flujos turísticos recíprocos.

Se ha señalado, también, que “hay un enorme camino por delante, sobre todo en la posibilidad de que empresas argentinas se asocien con empresas chilenas y puedan procesar productos alimentarios en Chile, añadirles valor agregado y exportarlos con arancel cero a los 65 países con los cuales Chile tiene acuerdos comerciales”. Actualmente, las relaciones comerciales bilaterales se rigen por el Acuerdo de Complementación Económica (ACE) 35 con el Mercosur, vigente desde 1996.

El nuevo acuerdo será, pues, un complemento: apunta a la modernización de la relación comercial, en un marco de mayor certeza jurídica para los operadores comerciales de ambos países. Incorpora, además, áreas como medio ambiente, género, temas laborales, pymes, competencia y cooperación. Un acuerdo de los denominados de “última generación”, que tienen un enfoque global.

Seguramente –también en este caso– han de respetarse las sensibilidades de ambas partes, en plazos razonables, lo que resulta ser, finalmente, una presión externa positiva para inducir el cambio de las estructuras tradicionales. Argentina ha señalado que este acuerdo permite “allanar el camino” en lo referente a barreras técnicas, garantías para el inversor, normas fitosanitarias y simplificación de trámites aduaneros, entre otros asuntos.

En el caso de este país, el acuerdo supone una modificación sensible de la política comercial de los últimos años, no proclive a su inserción en los mercados internacionales, lo que contrasta con el enfoque de Chile, que ha suscrito hasta ahora varios importantes acuerdos con terceros países, entre Tratados de Libre Comercio (el más destacable el TLC que mantiene con Estados Unidos) y de complementación económica. Su grado de apertura contrasta con el de Argentina, que tiene limitados los TLC y otros acuerdos bilaterales por su pertenencia a un esquema que enfrenta fuertes impedimentos para su consolidación, reflejado en las controversias de Brasil y Argentina con Uruguay y Paraguay.

En el fondo, el acuerdo forma parte de la búsqueda argentina por acercarse a la Alianza del Pacífico, como parte del Mercosur. El interés está puesto en la facilitación del comercio. El objetivo de geopolítica es crear un corredor Atlántico-Pacífico”, según la Cancillería argentina.

En economía, los plazos y la oportunidad son esenciales. En el mundo moderno, la conveniencia que se atribuía al proteccionismo ha sido descartada, sin que esto signifique que se crea en la excelencia del libre juego del mercado: en realidad, es la conveniencia y oportunidad de las decisiones en coyunturas claves lo que cuenta.

En Ecuador no hay aún definiciones claras sobre política comercial. En economía, los plazos y la oportunidad son esenciales. En el mundo moderno, la conveniencia que se atribuía al proteccionismo ha sido descartada, sin que esto signifique que se crea en la excelencia del libre juego del mercado: en realidad, es la conveniencia y oportunidad de las decisiones en coyunturas claves lo que cuenta.

De hecho, hay siempre precondiciones: i) la definición de modelos compatibles con un mejor Estado y la apropiada regulación del mercado, teniendo presente los fundamentos del sistema; ii) la consolidación de una macroeconomía estable, que garantice los equilibrios fundamentales, lo que se logra solo con transparencia, acciones concretas, proactividad y consistencia temporal; iii) el cumplimiento, en ese marco, de las tareas que incumben al Estado, a los empresarios y a los trabajadores, y solo esas; iv) la definición de políticas que estimulen la innovación y el cambio tecnológico en los procesos productivos; v) la integración de las pymes al proceso; vi) la selección de cuadros capacitados para llevar adelante la definición de estrategias, lo que requiere conocimiento de las normas internacionales y de la realidad productiva del país: vii) el abandono de la creencia de que la política comercial debe focalizarse en la producción de mercancías, descuidando sectores de servicios, por ejemplo, que tienen impacto sobre la productividad y competitividad de la economía; viii) la redefinición de las políticas de promoción de las exportaciones e inversiones; ix) la definición de prioridades; x) la integración plena de la política comercial en un plan económico que precise objetivos-país, metas, instrumentos, mecanismos de monitoreo; xi) el inicio de contactos serios, en este marco, con la Alianza del Pacífico, de partida, y la proposición de mecanismos de relanzamiento de la Comunidad Andina, en campos que nos son esenciales.

Empleo, inversiones, crecimiento duradero y sostenible, mejor equidad, están en juego. La solución a una crisis, relievada por el propio presidente Moreno, lo exige. Sin dilaciones. (O)