Que la “física cuántica” lo considere como “la bestia” no solo golpeó a su inflado ego, sino que también –a confesión de parte– produjo en él una gran tristeza, no sé en este caso si hasta de niveles depresivos de difícil tratamiento, más aún cuando el uso de las redes sociales avivan fuertes emociones, sobre todo en tuiteros con harto tiempo libre y aquejados por comportamientos obsesivos. Lo cierto es que esa expresión, mejor marca, que hace referencia a un oscuro término bíblico contenido en el Apocalipsis, más allá de tener un significado de alcance negativo al ser usado como adjetivo (“persona ruda e ignorante”), en realidad incluye también una acepción positiva, en tanto alocución adverbial que denota “muchísimo, abundantemente”, al referirse a las expresiones “como bestias” y “como una bestia”, según lo contemplado por la RAE. Entonces, hay que parar de sufrir…

Así, al hablar de la bestia, esta no se limita exclusivamente al Anticristo, representado con el 666 y sus temidas profecías. No. También hay una referencia de cantidad, de volumen. Y cómo no destacar la enorme capacidad discursiva de nuestro personaje para hablar por horas, frente a un público gregario y acrítico, que incorporó con frecuencia en su mensaje una andanada de insultos de todo color para descalificar a las personas que piensan diferente a él y, por lo tanto, instalar –como en efecto sucedió durante la última década– un régimen de verdad oficial única, elevada a la categoría de evangelio que fue –y en algunos casos aún es– repetida por su rebaño. Con razón, esa angustiosa y urgente proclama de liberación de las ataduras mentales y, por lo mismo, dejar a un lado el comportamiento ovejuno. Eso equivale a gritar: ¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

Asimismo, cómo olvidar esa capacidad para conocerlo casi todo. Qué ternura escuchar al profesor dar clases gratuitas de economía a los chicos durante los días sábados. Se llegó hasta cuestionar algunas ideas de la teoría económica. ¡Qué bestia! Estábamos construyendo sin traumas ni sentimientos de inferioridad pensamiento latinoamericano, al puro estilo de Raúl Prebisch. Lo malo fue que tan pronto terminó el Gobierno y con ello el Estado de propaganda, las cifras de la economía doméstica comenzaron a difundirse o más gráficamente a desplomarse. El resultado final de casi diez años de bonanza petrolera fue una economía en crisis con todas sus letras, con una pesada cruz-deuda, un mercado laboral incapaz de absorber mano de obra y un cambio de la matriz productiva que no pasó de la declaración lírica, ya que seguimos dependiendo del modelo primario y de los vaivenes de los precios internacionales de las materias primas. De esa manera, y de un tajo, se dio muerte al milagro ecuatoriano y al jaguar latinoamericano, todos juntos.

Y qué decir de la Universidad Yachay, así como de esa impensada carrera espacial. No se dudó en colocar al Ecuador, desde la visión gubernamental, en posiciones estelares en el campo de la ciencia. La revolución ciudadana lograba elevar al satélite Pegaso, además de asegurar una multimillonaria inversión con Red Tech. Al final en el uno y otro caso, la desilusión, el fracaso y pérdida de la órbita. (O)

El resultado final de casi diez años de bonanza petrolera fue una economía en crisis con una pesada cruz-deuda, un mercado laboral incapaz de absorber mano de obra y un cambio de la matriz productiva que no pasó de la declaración lírica, ya que seguimos dependiendo del modelo primario y de los vaivenes de los precios internacionales de las materias primas.