¡Qué bestia, cómo hemos aprendido! Es que antes del gobierno del Correa éramos bien ignorantes, francamente. Pero ahora hasta podemos sacar un Ph.D. en administración, con especialidad en sobornos.

Es que nosotros creíamos que esto de las coimas era facilito y bastaba con que alguien se presentara ante un funcionario público con unos billetes y se los pasara por debajo del escritorio para que accediera a su pedido. ¡Qué brutos que éramos! ¡Qué antitécnicos! ¡Qué retrógrados! ¡Qué mediocres!

Solo desde que nos enteramos de lo de Odebrecht comenzamos a entender el mecanismo, que tiene sus intríngulis, como decimos los expertos en sobornología, esa nueva ciencia que, gracias a la revolución ciudadana, ha modernizado nuestros conocimientos.

Bueno, llegado a este punto, como todos nos hemos vuelto expertos, acepto resolver las dudas que ustedes puedan tener sobre la materia.

Pregunta: ¿El funcionario que iba a recibir una coima tenía que hacer cola frente a una ventanilla para que le pagaran?

Respuesta: No, coleóptero lector. Usted parece salido del viejo país. Odebrecht tenía una modernísima oficina de coimas y de allí salía la plata para que los funcionarios le adjudicaran los contratos.

Pregunta: ¿Cómo les daban la plata? ¿En maletas?

Respuesta. A veces sí, les daban hasta en maletas, abrochado lector, pero eso no era lo usual. Lo corriente era que les depositaran el dinero en bancos que estaban en Suiza, Austria, Panamá o Andorra.

Pregunta: ¿Dónde queda Andorra?

Respuesta: Esa es la pregunta del millón, andorriento lector. ¿Dónde queda Andorra? Si el mismísimo Marcelo E., tío político del exministro Alecksey M., ha confesado que no sabe dónde queda Andorra, creo que nadie puede saberlo. Y es que, según aparece en el juicio, a Marcelo E. le depositaron allí unos milloncitos en una cuenta que ¡ay!, debe seguir perdida hasta que alguien descubra dónde queda Andorra. Creo que el fiscal, la Cancillería y el Instituto Geográfico Militar deben ponerse inmediatamente en la tarea de ubicar a Andorra en el mapa, si es que existe. Ojalá que sí, porque ahí se descubrirá todo sobre los sobornos. Chuta, ya me dejó frío: ¿Dónde quedará Andorra?

Pregunta: ¿Y cada vez que el funcionario necesitaba plata tenía que irse, por ejemplo, a Austria para sacarla del cajero automático?

Respuesta: Creo que sí. Y por eso, en lugar de que se la pusieran en Austria preferían que se la pusieran en Panamá, que está más cerca y donde los cajeros automáticos hablan español, y no australiano, que es el idioma de esos cajeros. Está también de averiguar dónde queda Austria y si es, como parece, la capital de Australia.

Pregunta: ¿Puedo hacerle un acertijo?

Respuesta: Claro que puede, porque yo soy un tigre para los acertijos. Me encantan.

Tonces ahí va:

Es Vidrio y no es transparente. / Una J es su inicial / (le sigue la G al final), / tiene un tío por pariente / y un alto cargo oficial / ¿Quién será?

Respuesta: ¡Híjoles!, ahí sí que me fregó. Espérese pienso. No mismo doy. Aguante un ratito que pregunto. Qué raro, nadie sabe. Ahurita que me acuerdo, ese mismo acertijo les hicieron a los asambleístas, al fiscal, al procurador, al contralor y ninguno dio. ¡Qué difícil! Es que me desconcierta, Vidrio, ¿quién puede ser? ¿JG? Y encima, sobrino del tío. Me rindo. (O)