La presidencia de Lenín Moreno ha abierto una ventana que no estaba en mi agenda. Acostumbrado a la confrontación y verticalidad, yo esperaba cuatro años con más de lo mismo.
Sin embargo, en estas semanas de gobierno, Moreno ha dejado ver una posición que propone el diálogo y la inclusión como principios de convivencia y construcción del país.
Propuesta que no ha calado de manera sencilla, hay desconfianza por parte de ciertos grupos de la oposición e incertidumbre en alas internas de Alianza PAIS, que ven esta apertura como una incoherencia con el proyecto de la revolución ciudadana.
Entonces, me pregunto: ¿estamos preparados para el diálogo?
El diálogo implica abrir espacios de conversación donde nos podamos encontrar. Por ahí alguien escribió: Venimos de una cultura que confunde colaboración con obediencia.
Acostumbrados a que hay que golpear la mesa para hacerse respetar, ¿estaremos en condiciones de sentarnos con el otro desde las distintas ideologías y posiciones para conciliar acuerdos comunes?
Ante esta posibilidad, muchos ya deben estar pensando en lo que tienen que decir, en lo que se han guardado, pero para que se logre un verdadero diálogo, primero hay que pensar en el escuchar.
¿Desde dónde escuchamos?, ¿está la otra persona dispuesta a escucharme?, ¿desde qué emoción o juicios voy a escuchar yo?
Un diálogo empieza por escucharse desde lo legítimo de las diferencias.
Aprendemos a hablar rápido, a los dos años, y a veces toma toda una vida aprender a escuchar.
Cuando escuchamos también construimos una historia acerca del futuro, y está claro que las relaciones fracasan cuando se habla y no se escucha.
Si pensamos en el diálogo como un espacio de demanda es difícil que generemos un cambio real donde todos ganemos, el camino es abordar el diálogo como un compromiso mutuo, partiendo de la premisa de que todos somos distintos, y que al final eso es lo que nos hace similares y nos permite generar un proyecto país inclusivo y de paz.
Una aerolínea argentina en la época de la crisis del país austral sacó un comercial que decía: “¿Y si esta vez los que creen tienen más razón que los que no creen?, estamos haciendo el viaje más importante, desde la Argentina que fuimos, hasta la que soñamos ser”. Yo soy de los que prefieren creer.
Creo que las siete mesas de diálogo que se han creado para trabajar en empresa, unidad, educación, información, lucha contra la corrupción, agro y plurinacionalidad pueden ser un primer paso para lograr nuevos acuerdos y, lo más importante, una oportunidad para la reconciliación de un Ecuador fragmentado y polarizado.
Pero, repito, todo empieza cuando nos escuchamos. Cuando nos queremos escuchar.
Las conversaciones que mantengamos hoy son las que definirán lo que seremos en el futuro.
Hay una frase de Peter Drucker dirigida a los empresarios, pero que perfectamente podría aplicarse a los políticos, aquí la dejo: “Demasiados ejecutivos piensan que son maravillosos con las personas porque hablan bien. No se dan cuenta de que ser maravillosos con las personas significa escuchar bien”. (O)









