Para mí fue motivo de júbilo leer, en la edición de Diario EL UNIVERSO del domingo 2 de julio de 2017, que la Municipalidad de Guayaquil ha iniciado el Programa Integral de Conservación de los Bosques Protectores Cerro El Paraíso y Bosqueira.

En la nota se informa que en El Paraíso se ha dado mantenimiento a 1.300 árboles nativos reforestados en 2016, así como el replante de árboles muertos, y que entre las especies sembradas hay palo santo, guayacán, jaboncillo, ébano, gusano, fernán-sánchez y huasango, entre otras.

En Bosqueira, en este 2017, asimismo, se reforestaron 2.400 árboles nativos, en coordinación con seis empresas privadas, como parte de su accionar de responsabilidad social y ambiental, continúa la información.

También se anuncia que se impartirán talleres de educación ambiental a más de 1.200 actores sociales como moradores y estudiantes de centros educativos cercanos a los bosques, estudiantes universitarios, agricultores, periodistas y expertos ambientalistas, en los que, entre otros temas, se explicarán las actividades permitidas y prohibidas en los bosques.

Este tema es especialmente sensible para mí y le explico la forma como he manifestado mi preocupación en sucesivos artículos de prensa.

A raíz de la declaración de bosque y vegetación protectores a tres bloques del cerro El Paraíso, en la parroquia urbana Tarqui de Guayaquil, escribí el artículo ‘¿Proteger los bosques?’, publicado por diario Hoy el 17 de marzo de 1989.

En EL UNIVERSO, el 31 de julio de 1991, consta mi artículo ‘¿Proteger al protector?’, en el que instaba a la Municipalidad de Guayaquil a elaborar el correspondiente Plan de Manejo de dicho bosque, según las normas jurídicas pertinentes.

Resultaba paradójico pedir protección a favor de quien debía proteger, pero así sucede en la vida real.

No habiendo sido atendido mi pedido, según la investigación que logré hacer, volví sobre el tema escribiendo ‘¿Proteger al protector?’ II y III, los días 27 de julio de 2005 y 2 de julio de 2014, respectivamente.

En este último me referí a un listado de bosques protectores y también del sistema nacional de áreas protegidas en este cantón, recientemente publicadas por la Dirección Municipal de Turismo de la Municipalidad de Guayaquil, en la revista Vistazo.

Allí mismo manifesté mi satisfacción porque, ejerciendo sus derechos ciudadanos, un grupo de personas se había apersonado para que se establezca la verdad e imperen la ley y la justicia, para preservar y utilizar, según su naturaleza, el bosque protector Palo Santo, en plena ciudad de Guayaquil.

¿Son importantes los bosques? ¿Tenemos que cuidar y defender los que ya existen? ¿Crearlos donde sean necesarios? Las respuestas de varias personas a esas preguntas motivaron mi artículo ‘¿Proteger al protector? IV’, EL UNIVERSO, 9 de julio de 2014.

¿Podremos convertirnos en agentes defensores de árboles y bosques, especialmente los declarados protectores, cumpliendo la responsabilidad 6 del artículo 83 de la Constitución que manda preservar un ambiente sano y utilizar los recursos naturales de modo racional, sustentable y sostenible? ¿Por qué?

¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)