Como decía Medardo Ángel, “quién me diera tener una perenne inconsciencia infantil” y con el título de este artículo afirmar que sucederá algo, con la pueril esperanza de que ocurra lo contrario. Pero no, pienso que las cosas se darán de esa manera y, más bien, encuentro candorosamente optimistas los textos en los que personajes, que van desde Mario Vargas Llosa para abajo, opinan que el régimen chavista vive sus últimos días. Los estados modernos han desarrollado formidables aparatos represivos que hacen virtualmente imposible el derrocamiento de un gobierno a través de manifestaciones populares. Si en el Ecuador se logró mediante la movilización masiva hasta 2005 tumbar a un presidente, en estos años ha habido cambios sustantivos en la orientación y equipamiento de las fuerzas policiales, que impedirán que en el futuro se repitan esas situaciones... supongo que se habrán dado cuenta, piensen bien antes de creer que ese es el camino.

Incluso un gobernante que es rechazado por las tres cuartas partes de su pueblo, como es el caso de Maduro, puede parapetarse indefinidamente detrás de las corazas y tanquetas de su gendarmería. Tan perfecto mecanismo obviamente no ha sido diseñado por el patético dictador, cuya incapacidad incluso para expresar ideas sencillas es notoria. Lo han montado técnicos de una entidad perversa que lleva seis décadas dedicada a perfeccionar el arte de encadenar pueblos, el Gobierno cubano. El castrismo ha empobrecido en tal grado su país que ya lo único que pueden exportar es tecnología represiva y la tienen muy eficaz. Maduro siempre dispondrá de algunos barrilitos de hidrocarburo para pagar este servicio. Un golpe militar parece imposible. Parte del aporte cubano ha sido la infiltración de las Fuerzas Armadas venezolanas mediante sofisticadas tácticas de inteligencia. Los cuadros eventualmente peligrosos han sido desactivados y muchos oficiales son cómplices en la descomunal corrupción que impera en su país. No hay que contar con ello. Como lo demostramos hace pocas semanas, tampoco habrá una intervención de Estados Unidos, porque este país no siente una verdadera amenaza en la colapsada Venezuela. El tema de narcotráfico es más incómodo que peligroso y puede controlarse por medios más económicos que una invasión.

Hay que entender que el chavismo no es un gobierno cualquiera, es una banda delincuencial que asaltó los poderes del Estado y usa de ellos como botín. Legalidad y legitimidad son valores a los que no da ninguna importancia, se mantendrá en el poder por cualquier medio, incluido el uso más indiscriminado de la fuerza. Las condenas de organismos internacionales les parecen disparates que no entienden y les traen sin el menor cuidado. Las dictaduras china y rusa, para las cuales la ética tampoco es una preocupación, seguirán apoyando a Maduro, pues siempre podrán esquilmar algo a la famélica Venezuela. La gente se muere de hambre, pero ahí siguen los grandes recursos naturales. ¿Es este un panorama pesimista? Ciertamente, pero agradecería, realmente lo agradecería, a quien discrepe, me muestre cuál es una salida posible a tan trágica situación. (O)