La pesca deportiva de la trucha, especie introducida y viralmente adaptada en riachuelos, ríos y lagunas de los andes ecuatorianos, responsable de la extinción del bagre nativo y principal depredadora de especies únicas de anfibios como el jambato de tierras altas, fue una de las actividades más atrayentes para los jóvenes cuencanos tradicionalmente cautivados por el espléndido paisaje del Parque Nacional Cajas, en donde conviven especies únicas de insectos, anfibios, aves y mamíferos en un ambiente natural de plantas, flores espectaculares, arbustos, árboles y pajonales que pintan las rocas, las montañas y dibujan el paisaje. En el Cajas, el agua que se muestra cristalina y rutilante en riachuelos y ríos que conectan a más de doscientas lagunas es la responsable de la vital belleza de ese ecosistema y es el recurso más importante del parque nacional y de los asentamientos humanos contiguos entre los cuales Cuenca, la cercana y dependiente urbe, es su principal beneficiaria.
Formo parte del gran grupo de pescadores de montaña que luego de mucho tiempo de practicar ese deporte lo dejaron para recorrer otros senderos que la vida ofrece a cada individuo y que a la vuelta de los años regresan nostálgicos a sus esencias, en este caso a pescar –ahora casi ritualmente– en el Cajas, desempolvando la vieja caña y los antiguos implementos. Hoy, en ese deporte de montaña, hay cambios. Uno de ellos, importante, es el mayor cuidado de instituciones y ciudadanos por la protección de ese delicado hábitat. Ya no se autoriza la “siembra” de alevines o cría de truchas en ríos y lagunas lo que perjudica la pesca deportiva, pues cada vez hay menos peces. Cuando pedí una explicación me comentaron que no se puede permitir la proliferación de la trucha, pues además de sus características de voraz depredador, contamina las aguas y los pescadores que la buscan deterioran ese sutil entorno. Mi frívolo desencanto inicial por no poder pescar como antes fue rápidamente reemplazado por el entendimiento y la adhesión al concepto de preservación activa de un medio ambiente del cual formo parte y dependo, como también mis hijos y los hijos de otros… las futuras generaciones.
Una nueva declaratoria, Reserva de Biósfera del Macizo del Cajas, desde la Unesco, reforzó la protección de la biodiversidad de ese parque, extendiendo su tutela a zonas geográficas del Guayas, El Oro, Cañar y, claro, Azuay. Con el agua dulce de este territorio protegido de casi un millón de hectáreas que incluye un área marina y centros poblados se genera más del cincuenta por ciento de la energía hidroeléctrica del país.
El concepto biósfera comprende al medio ambiente natural y sus componentes humanos y sociales. Son ecosistemas globales considerados como grandes seres vivos portadores de derechos y con capacidades de autorregulación. Si el cuidado de la acción de depredadores naturales como la trucha es importante para la biósfera, con mayor razón es imperativo que la toma de decisiones respecto de los proyectos de extracción a gran escala de minerales de la reserva considere la importancia del agua y en el proceso de ponderación de los intereses en juego le otorgue su trascendente valor. (O)