Podemos definir a la ética, según el Diccionario de la Real Academia, como la parte de la filosofía que trata sobre la moral y las obligaciones del hombre común. Lo moral relacionado a las acciones de las personas hacia otros.

La ética y la moral tienen que ver mucho con los derechos humanos. Uno de los elementos imprescindibles en todo derecho es la ley. La ley debe ser impartida con justicia, esta debe ser transparente e imparcial. Sin justicia no puede haber paz y “la paz es lo más esencial para poder vivir tranquilos en sociedad”. La ética y la moral, tienen mucho que ver con el derecho de todas las personas, es decir, el conjunto de principios, preceptos y reglas a las que están sometidas las relaciones humanas en toda sociedad civilizada, y a cuya observancia pueden ser compelidos los individuos que no la acaten, por la fuerza pública. Uno de los elementos imprescindibles en todo derecho es la ley, dirigida al bien común, promulgada por aquellos que tienen a su cargo el cuidado de la comunidad (policía, comisarios, jueces, fiscales, fuerzas armadas, etc.).

Todos los seres humanos tenemos derecho a la asistencia sanitaria (salud) de primera: médicos bien remunerados, a la justicia social, a un trabajo digno, a una educación y alimentación de buena calidad, vivienda digna, a no ser explotados, ni abusados (ni mental, ni físicamente). Tenemos la capacidad de indignarnos cuando alguien violenta nuestros derechos o somos víctimas de la humillación, la explotación o el maltrato.

La asertividad es la capacidad de cada persona, de ejercer y/o defender sus derechos personales. Es libertad emocional y de expresión, la persona asertiva se resiste a toda forma de humillación.

Ni sumisión ni agresión, la asertividad es capaz de hacer ejercer nuestros derechos personales. No podemos ser asertivos sin una ética de la responsabilidad; es decir, sin que nuestras deliberaciones y actos afecten los derechos de los demás. La premisa que mueve a toda persona asertiva es defenderse tratando de causar el menor daño posible, o si pudiera, ninguno.

Si nos disponemos a marchar por los arduos caminos de la ética y moral, tenemos que ser honestos y leales con los compromisos adquiridos y con las personas. La honestidad es enemiga de la doble moral, es manifestarnos a los demás tal y cual somos; es fiel a la verdad, aun cuando tal actitud perjudique nuestros intereses.

El Gobierno habla de un pacto ético; cuando hablamos de tener ética, en las acciones, hablamos de lucha política y social, de compromiso con la sociedad, tener conciencia social y solidaridad. En la ética hay respeto a la dignidad de las personas y las colectividades. La actual crisis económica, que está afectando a nuestra población con incertidumbre ante el futuro, es un buen caldo de cultivo para engendrar violencia. Pacto ético, con coherencia, en lo que se predica y se hace, sin tener doble moral, perseguir a la corrupción a todo nivel.

Todos deberían estar éticamente comprometidos con el buen vivir de la humanidad y el cuidado de la creación, que reine la paz con justicia y la solidaridad universal de nuestros conciudadanos. Sabiendo también que cuando en una sociedad se incrementan las arbitrariedades, la corrupción campea a todo nivel, hay inequidad, esto trae consigo violencia de todo género tanto física como psicológica, la cual perturba la paz. (O)

Jaime Benites Solís, médico, Guayaquil