¿Proveerá el dinero electrónico (DE) del Banco Central del Ecuador (BCE) la liquidez ansiada por el Gobierno? ¿Llegará a ser el DE una moneda paralela que ponga en peligro la dolarización?

Una cosa es la dolarización y otra es la estabilidad del sistema financiero. La dolarización nada tiene que ver con que el BCE pueda honrar los retiros de sus depositantes. Pero la estabilidad del sistema financiero sí corre peligro cuando el BCE dispone de esos depósitos –que conforman la Reserva Internacional y que no le pertenecen– alegremente. La estabilidad del sistema financiero está comprometida a partir de que este Gobierno obligó a los bancos privados a repatriar una buena parte de los fondos que tenían en el exterior. Si no fuera por eso, el BCE podría quebrar sin comprometer la estabilidad del sistema financiero.

Tanto las autoridades como muchos de sus críticos parecen ignorar que la mayor parte del circulante que hay en Ecuador es creado por los bancos privados. Esto sucede en todo el mundo desde que existe el sistema de encaje fraccional. Los bancos alrededor del mundo, desde hace siglos, prestan por encima de los fondos con los que en realidad cuentan. La diferencia es que en Ecuador los bancos privados carecen de prestamista de última instancia y por eso estos se han autoimpuesto un encaje (porcentaje de los depósitos que los bancos deben mantener en reserva) mucho más elevado que el que se observa en otros países.

El economista Jesús Huerta de Soto sostiene que, por ejemplo, en la Unión Europea solamente el 10% de la masa monetaria está constituida por la emisión monetaria del Banco Central Europeo, mientras que el restante 90% corresponde a aquella creada por los bancos privados. ¿Cómo crean dinero los bancos privados alrededor del mundo en un sistema de encaje fraccional? Muy sencillo. Huerta de Soto explica que un banco al conceder un crédito no entrega billetes sino que simplemente acredita la cuenta del prestatario, creando así un depósito de la nada. Y todos estos créditos concedidos pasan a formar la mayor parte de la masa monetaria.

La preocupación, entonces, con el DE no es que sea emitido sin respaldo, pues eso lo hacen los bancos privados en todas partes del mundo y no hay problema mientras lo hagan prudentemente. Es más, el sistema de encaje fraccional usualmente funciona mejor en donde no hay prestamista de última instancia. Lo que sí preocupa es que constituya una emisión excesiva e irresponsable, puesto que quienes toman las decisiones de emisión de DE –a diferencia de los banqueros privados– no son responsables con su propio patrimonio de las consecuencias y parecen estar priorizando la necesidad de liquidez del fisco.

Finalmente, el DE no funcionará porque no gozará de aceptación generalizada. Solo lograría esto si el Gobierno lo declara de curso forzoso. En otras palabras, si obliga a los ecuatorianos a utilizar una moneda que no les inspira confianza. El Gobierno sí tiene poder en la Constitución de hacer esto, pero seguramente comprende que esto derivaría en un caos: corridas bancarias, estampida de capitales e inicio de un acelerado proceso inflacionario, todo lo cual tampoco resolvería sus problemas de liquidez. Porque hay que decirlo, aquí el único que tiene verdaderos problemas de liquidez es el Gobierno, y ha optado por endosárselos al sector privado. (O)