Es un hecho que los políticos de cualquier signo nos dan cada día señalados ejemplos de incoherencia. Pero en la sociedad en la que vivimos cabe preguntarse: ¿Solo ellos, o eso de la incoherencia se está convirtiendo en algo endémico?
Y es que ser coherente es dar tu palabra y cumplirla, responder de los propios actos y respetar los principios que se dice asumir. Eso, hoy, no es fácil de cumplir.
No hace falta citar casos de políticos que dijeron ayer una cosa y hoy la contraria, sin que se les caiga un pelo.
Como afirma Pablo Iglesias, eso es “cabalgar en las contradicciones”. Pero si se santifica la contradicción, la coherencia sale corriendo.
La coherencia no está reñida con el cambio: si se me ofrecen nuevos datos, habré de cambiar mi respuesta. No se trata de eso: se trata de no querer tener un pensamiento de fondo y una norma básica de conducta para así poder adherirse cada día a lo que conviene. Lo de ayer era ayer y hoy es hoy. Así nos va. (O)
Jesús Domingo Martínez, Girona, España