De espaldas a Olafo, mientras revuelve un guiso, Helga se queja: “¡A veces siento que no soy nada más que tu cocinera particular!”. Olafo pretende calmarla: “Vamos, Helga… yo no usaría esas palabras exactas”. Helga se ha girado y, escéptica, escucha a un marido más animado que le confiesa: “¡Yo te veo más como a una chef personal!”. Este es el cómic publicado en EL UNIVERSO que, según un estudio dirigido por Rommel Jurado, coautor de la Ley Orgánica de Comunicación, ha sido señalado por tener un “contenido sexista”. Esa investigación preparada por la Supercom fue pagada con dinero público, dinero del país, dinero de todos.

También se identificaron fotografías –que recibieron el World Press Photo a lo mejor del fotoperiodismo en el 2013 y que retratan el conflicto en Siria, la violencia doméstica en Estados Unidos y el crimen organizado en México– como “incitación a la realización de prácticas o actos violentos basados en algún tipo de mensaje discriminatorio”. Esta Superintendencia ha llamado la atención a los medios de comunicación no gubernamentales. En la prensa llamada corrupta hasta los cómics son inaceptables. Gracias, salvaguardas de la comunicación, por usar la semiótica para abrirnos los ojos. Me refugio entonces en la literatura, esa es aséptica.

Escojo Las mil y una noches, un clásico repleto de fantasías. En las primeras páginas el rey Shashamán descubre a su mujer que yace con un mozo de la cocina; ante esto, desenvaina la espada y de un solo tajo les corta la cabeza a los adúlteros. ¡No, no puedo consumir esta violencia doméstica! Mejor avanzo para olvidar este episodio. ¡Oh no, la esposa del otro rey Sharayar, en una orgía con diez parejas, está teniendo sexo con un esclavo negro! Ayayay, ellos también van a morir. Eso es racismo y discriminación socioeconómica y la Supercom –con los exhortos del Cordicom– puede enjuiciar al autor anónimo.

Mejor busco algo espiritual. La Biblia. Es el libro de los libros. Garantizado. Empiezo por el Génesis. ¡Uyuyuy! Sobre dos ciudades Yahvé hace llover azufre y fuego y arrasa con los habitantes y la vegetación. ¡Cuánta mortandad antiecológica, peor que las fotos de la Siria actual! Algo mejorcito ha de haber más adelante. El libro de Judit, las mujeres son todas un amor. La viuda Judit, para salvar a su pueblo, finge pasarse a la causa contraria. ¡Dios mío, le está cortando la cabeza a Holofernes y la sirvienta de ella la mete en un saco como un trofeo! ¡Cuánto contenido sexista e incitación a la decapitación! Debo leer a nuestros indios americanos, esos sí eran armónicos.

El Popol Vuh maya-quiché, pura mitología, qué bonito. ¡Atiza! Los Abuelos castigan y atormentan a los suyos torciéndoles los pies y las manos. ¡Epa, los sacrifican! ¡Incitación a prácticas asesinas! Opto por un autor ecuatoriano, nosotros hemos sido siempre un pueblo pacífico y ahora proclamamos el buen vivir. Pablo Palacio. Es perfecto, hasta un programa de bibliotecas del Ministerio de Educación lleva su nombre. A ver, Un hombre muerto a puntapiés. ¡No puede ser! Un hombre recibe patadas hasta morir porque un desadaptado lo cree homosexual. ¡Violencia, maldita violencia! Mejor ya no leo nada. Que la ignorancia nos libre de toda acusación. (O)