Antigua y repetitiva confrontación.

Rafael Correa no es la excepción, lo que sucede es que su manera de gobernar es como que siempre actúa en proximidad de elecciones.

La autonomía institucional en Guayaquil
Históricamente Guayaquil intentó superar el centralismo con sus propias instituciones; unas de inicio desde el voluntariado, otras mediante leyes o normativas especiales conseguidas para alcanzar el objetivo buscado.

La Junta de Beneficencia es la emblemática en salud.

La Comisión de Tránsito, que pasó luego al total control estatal.

La Liga Ecuatoriana Antituberculosa (LEA), luego absorbida por lo que hoy es el Ministerio de Salud.

Solca, la institución de la lucha contra el cáncer, multiplicada luego en varios núcleos en el Ecuador.

Por muchos años, el Comité de Vialidad del Guayas y Cedegé, luego absorbidos por otras entidades del sector público.

La Autoridad Portuaria de Guayaquil, que estimuló la creación de otras autoridades portuarias, todas recientemente suprimidas y absorbidas por el Gobierno central.

¿Hoy habrá posibilidad de instituciones autónomas como las mencionadas?

Ponce Enríquez vs. Robles Plaza
Cuando CFP era la primera fuerza política de la provincia del Guayas, con Guevara Moreno de líder, llegó Luis Robles Plaza a la Alcaldía de Guayaquil, con mayoría absoluta en el Concejo Cantonal.

Ponce era presidente de la República (1956 - 1960). Guevara, su opositor.

La ciudad cayó en crisis de servicios, eso deterioraba la imagen de CFP. Guevara perdió la elección a la Alcaldía el año 1959, ante Pedro Menéndez Gilbert.

Ponce también perdió adeptos en Guayaquil. Además influyeron en su contra los hechos del 2 y 3 de junio de 1959, en que murieron muchos guayaquileños.

Assad Bucaram y el poder central
A Assad Bucaram, que se lo recuerda como un alcalde impositivo, pero también hay que recordarlo en la imagen del que supo trastocar lo controversial con las relaciones que estabilizaban su ejercicio del poder municipal.

En su segunda alcaldía, 1967 - 1970, tuvo que gobernar la ciudad con presidentes a quienes se había opuesto políticamente.

Otto Arosemena, 1966 - 1968, inicialmente había impulsado el CRUBS –Comité de Rehabilitación para los Barrios Suburbanos– para elevadas inversiones en áreas de competencia privativa municipal. Bucaram tácticamente se opuso, pero generó espacios de relación con Arosemena. El año 1968, se le fue encima al CRUBS y entre los primeros acuerdos con el velasquismo –cuando este llega al poder el año 1968–, estuvo su absorción por la Municipalidad. Con Velasco se llegó a un entorno de relación y de apoyo, hasta 1970. Varias veces su gabinete sesionó en el Palacio Municipal. Fui testigo de aquello como secretario municipal.

La historia de 1970 y años siguientes atizó las contradicciones temporalmente controladas.

Los años después
Fue permanente el achicamiento del poder municipal por sus diferencias con los gobiernos centrales. Por etapas, las asfixias del poder municipal llevaban a “salvatajes” desde el centralismo, en limpieza de calles, en provisión de agua, en obras de vialidad urbana, parte por los inmovilismos municipales, parte por tomar los gobiernos mayor control centralista.

Cuando un alcalde asumía su cargo bajando el tono de confrontación política, había espacios de acuerdos.

En el caso de Guayaquil, 1992- 2000, con Febres Cordero alcalde cambiaron las cosas, no solo para este cantón, sino en general para los gobiernos locales que se vieron fortalecidos, porque a otras municipalidades no las podían tratar muy diferente.

Algunas competencias como las del agua potable y el alcantarillado de Guayaquil, incluyendo la concesión a Interagua, no pasaron a la Municipalidad. Se dio ante el requerimiento del alcalde Jaime Nebot, ya en el gobierno de Correa, 2007.

El voto por la autonomía
El 23 de enero del 2000 se realizó una consulta popular formal en Guayas –luego en otras provincias– en que más del 90% de los sufragantes se pronunciaron por un modelo de autonomía y de fortalecimientos locales.

No hubo un seguimiento. Los gobiernos siguientes no se interesaron sino en dar algunas competencias a los poderes locales, transfiriendo parte de sus asignaciones.

Y llegó Correa
Gobierno con recursos muy superiores a los de los anteriores gobiernos, decidió ser gestor de obras, algunas de competencias municipales, que en el caso de Guayaquil son varias: hasta ahora el Parque Samanes es la obra más trascendente, se suma, en los últimos días, el puente peatonal Guayaquil - Santay - Durán. Se anuncian grandes parques y otras obras.

Otras, como las unidades de salud y educativas, y numerosas más, son de responsabilidad estatal.

Ahora se anuncia la extensión del malecón desde la calle Cuenca hasta El Oro. Nebot ha sido enfático en ofrecer su colaboración, más allá de las distancias políticas, inclusive si Correa decide cumplir lo que señaló en la campaña del 2014, avanzar más al norte en el desarrollo junto al río Daule hasta Pascuales.

No ha habido correspondencia desde el Gobierno Central: negativa a permitir inversión municipal en mejora de locales educativos y en entrega de libros y tabletas de uso informático, cierre de unidades de salud del día y otras.

En el caso de Guayaquil, temas como la decisión de no disminuir su condición de primer puerto marítimo, comercial e industrial, debería salir de la confrontación política, igual que los dos nuevos puentes que faciliten la comunicación de Samborondón, Salitre y Daule con Guayaquil. ¿Habrá racionalidad para aquello?

En el discurso político, el presidente Correa traza el imaginario de la Revolución Ciudadana, contra la Restauración Conservadora, encarnada –según él– en varios gobiernos locales. Por eso, anuncia que está dispuesto a superar todo obstáculo para llegar a la siguiente reelección presidencial.

¿Qué, hasta entonces? Parecería que es condicionar a los gobiernos locales, usando dos vías: la asignación y transferencia de fondos, en que se anuncian restricciones; y, la expedición de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial y Uso de Suelos, limitativa de sus decisiones, con una Superintendencia sancionadora, que, de reproducir las actuaciones de la Superintendencia de Comunicación, podría parecer un brazo político, del que no se puede recurrir sino después de someterse.

Correa traza el imaginario de la Revolución Ciudadana, contra la Restauración Conservadora, encarnada en varios gobiernos locales.