El viernes 14 conducía por el centro de la ciudad con una lluvia que empezaba a colapsar el alcantarillado y entorpecía el tráfico. Los conductores, por la visibilidad limitada, iban lentos a las seis de la tarde, los carros apenas se movían unos pocos metros cada tantos minutos. Frente a mí se pararon rodeando mi vehículo cuatro hombres armados. Yo no quería pensar qué le podían hacer cuatro hombres armados a una mujer sola en su auto.
Mi reacción fue bastante instintiva de evadir a los hombres mediante una maniobra muy arriesgada, con la cual me libré del asalto, pero a costo de lastimar mi vehículo y jugarme la suerte de que los delincuentes decidieran no perseguirme, ya que el tráfico bien les hubiera permitido alcanzarme caminando y hacer conmigo lo que les viniera en gana. Asustada, con el carro dañado y la duda de si los delincuentes me perseguían, decidí esconderme en un parqueo privado y llamar al 911 y solicitar una patrulla que me escoltara hasta salir del sector. Al lado mío había una joven encerrada en su vehículo, después supe que también la intentaron asaltar. Llamé cuatro veces en casi dos horas. En todas las llamadas me pidieron detalles de los delincuentes, en qué calles sucedió, y me aseguraron que en unos minutos me asistiría un patrullero. La verdad es que seguiría encerrada en el parqueo si me hubiera quedado a que llegara la ayuda.
Al final, con nervios, decidí subirme en mi auto y continuar conduciendo hasta llegar a casa, rogando por no tener otra vez la misma experiencia. Además de mi indignación por no recibir asistencia, mi preocupación es por la calidad del servicio del 911. Lo mío no fue nada, estoy viva, ni siquiera me robaron y solo tengo una cuenta pendiente en el taller del carro. Me pregunto, ¿cuántas personas tienen emergencias realmente serias donde sus vidas son seriamente amenazadas y solo tienen unos segundos para hacer una llamada pensando que será la salvadora?, y sobre todo me pregunto ¿cuál será la estadística real de ineficiencia de un servicio de auxilio, cuando a veces quienes pueden señalar que no fueron socorridos, no viven para contarlo?
La indiferencia con la que toman una llamada de auxilio es reprochable, como cuestionable es el criterio que tengan para decidir si vale la pena acudir a un llamado de auxilio o no. Me pregunto ¿qué hubiera pasado si salía del parqueo y estaban los delincuentes esperándome? Supongo que en los diarios habría salido la noticia del secuestro, violación o asesinato de una mujer que conducía por las calles del centro; sin testigos, sin llamados de auxilio, y la lamentable circunstancia de que no pudo pedir ayuda, y que la delincuencia está cada día peor.
Cynthia Zurita Véliz, Guayaquil