“Unanimismo” no es una palabreja. Su significado es relativo a la pretensión de la unanimidad o de que un solo criterio rija en un país o en una sociedad. ¿Será compatible con la democracia?

El “unanimismo” usualmente acude a procesos electorales o a plebiscitos, como que el sufragio fuera “la” garantía de la democracia, en condiciones que la fuerza de campaña desde el poder, por todos los medios que el poder cuenta, aun sin fraude formal de introducir, sustituir o anular votos, se convierte en máquina para convencimiento de los sufragantes. Lo hicieron Mussolini y Hitler con liderazgos sustentados en acumulación de odios y descalificación de otros, en el siglo XX.

Históricamente todo gobierno totalitario se ha sustentado en el “unanimismo”, ejercido desde el poder, y en procesos electorales y plebiscitarios que solo llegan a invertirse cuando las consecuencias de su ejercicio arrasan a precio de muerte y/o de extrema pobreza a los pueblos, y/o cuando la corrupción, por más encubierta o protegida que esté, se desborda, evidenciando la putrefacción que significa.

Yo coincido con Norberto Bobbio en que la democracia es bastante más que procesos de sufragio, y que en su esencia requiere de la pluralidad en que los ciudadanos puedan acceder a la información que trasparente las condiciones del ejercicio de todos los espacios de poder –no direccionada desde el poder, porque esta entonces se confunde con la publicidad del poder–, a lo que debe sumarse el derecho de las mayorías y el de las minorías de expresar libremente sus ideas.

¿…como Dios?

Solo habrá democracia en una sociedad bien informada.

El australiano Julian Assange, desde la actual sede del sitio WikiLeaks, que ha evidenciado miles de correspondencia y mensajes militares y diplomáticos de los Estados Unidos, que es a la vez sede diplomática del Ecuador en Londres, por asilo diplomático no reconocido por el gobierno inglés, en una entrevista de fin del 2013 a la BBC de Londres, reproducida por la Agencia EFE, refiriéndose a Edward Snowden, para cuya protección, ante la anulación de su pasaporte norteamericano, en la salida de Hong Kong a Moscú, convenció a un funcionario consular ecuatoriano en Londres de que le otorgue una especie de “salvoconducto”, expresó:

“Los documentos revelados por Snowden muestran que los gobiernos aspiran a tener un conocimiento como Dios de cada uno de nosotros. Pero al mismo tiempo ellos ocultan sus acciones detrás del secreto oficial”(…) “los gobiernos y las empresas saben cada vez más de nosotros y nosotros menos de ellos”, debería ser a la inversa. Y, concluyó, en forma contundente, “los poderosos, para mantener el poder, tratarán de saber todo lo que puedan de nosotros, y tratarán de asegurar que nosotros sepamos lo menos posible de ellos”.

Assange alerta así que la profundización del poder, más allá de las ideologías, usualmente conlleva ocultar información, como escudo protector de su uso y abuso.

¿…y el derecho a la intimidad?

En el mundo –y el Ecuador no es la excepción– se multiplica su violación a ese derecho.

Por un lado, se ha multiplicado la exigencia de formularios, reportes y anexos, por los que los ciudadanos, ante diversas instancias del poder deben abrir toda información propia y de terceros que posean. Se dice que es para precaver ilícitos, lo que en parte puede ser, pero esa información acumulada también termina siendo en beneficio de otras intenciones de quienes ordenan procesarlas. Lo más grave, todos conllevan el riesgo de la penalización. Cualquier error u omisión, o criterio diferente del de la autoridad, significa sanción, desde la multa hasta la posibilidad de prisión.

Algunas informaciones que se requieren, inclusive obligan a catalogaciones inconstitucionales. El reciente Reglamento para el catastro de medios de comunicación, expedido por el Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación el 9 de enero del 2014, exige que todos los medios informen, entre cientos de cosas, respecto a sus colaboradores:

-“Número de personas pertenecientes a pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianas y montubios trabajando en el medio de comunicación” (…)

-“Género” –esto vinculado a la opción de los grupos que se definen como GLBT, para los que no son lo mismo el sexo de inscripción de nacimiento y el género en que se defina cada ciudadano, y

-“autodefinición étnica de cada trabajador”.

¿No es aquello obligar a que los medios de comunicación entren en la intimidad de cada persona?

¿Y la actuación de los jueces?

Tanto en Estados Unidos, como en otros países –y, otra vez, el Ecuador no es la excepción– podrá ser que aparezca orden judicial para violar la intimidad de las personas.

Una firma de juez requerida desde el poder, sin notificación previa a la persona a quien se le viola la intimidad, nada difícil será obtenerla.

¿…y en el Ecuador?

En el Ecuador, una frase de la campaña para las elecciones seccionales del próximo febrero del 2014, es que “todo, todito” debe votarse por los candidatos del casillero 35, que son por quienes hace campaña el presidente Correa. Se afirma que ese “todo, todito” debe llevar a superar el triunfo “de más del 70%” de las elecciones presidenciales y legislativas de febrero del 2013.

La figura de Alianza PAIS es el presidente Correa y él –según el escrutinio oficial del 2013– alcanzó el 57,17% de los votos válidos. Otra cosa diferente es que el cambio del método de asignación de escaños, por restringir el derecho de las minorías, le haya permitido controlar más de dos tercios de los escaños legislativos.

El presidente Correa tiene el derecho de tener sus preferencias electorales y que estas se sepan, pero cuánto bien haría a la democracia un compromiso que él asuma, que aun cuando los candidatos de sus preferencias no sean los triunfadores, su apoyo a los que lleguen a los poderes locales será el mismo ofrecido a los suyos. Eso sería expresión de respeto al pluralismo y evidenciaría no práctica de “unanimismo” desde el poder.