Las niñas del primer grado del colegio de las reverendas madres Bethlemitas de Latacunga, sin duda, eran muy lindas. Estaba Fanny con sus enormes pestañas, Elena con sus ojazos color miel, Sylvia una auténtica muñeca sueca, Gisela, lindísima, y yo. ¿Qué hacía en ese ramillete? Nada, pero no había otro paralelo. La madre Berthilde entusiasmada nos hacía cantar una canción cuyo estribillo decía yo no soy buenamoza, ni lo quiero ser, porque las buenasmozas se echan a perder. Yo por supuesto cantaba a todo pulmón, sin percatarme siquiera de que mi decencia no corría riesgo alguno. La que sí tuvo la película clarísima, desde el mismísimo 22 de enero de 1958 fue mi mamá. Estoy segura de que su consigna fue “feíta pero educadita” y por poco lo logra.

No quiero defraudar a mi mamá y terminar el 2013 sin agradecer. Son tantas las personas, instituciones, medios de comunicación, amigos y lectores a quienes debo agradecer que las 500 palabras que doña Nila me ha asignado, me van a quedar cortas, pero de todas maneras lo intentaré.

En primer lugar agradezco a Diario EL UNIVERSO por permitirme escribir esta columna con total respeto y apertura ante mi opinión y a todo el equipo del diario. Mi agradecimiento mayor a los lectores que se dan el trabajito de leerla y a los muchos que me escriben a veces felicitándome, a veces diciéndome que debería usar los zapatos en la cabeza porque pienso con los pies, e inclusive despidiéndose para siempre por haber declarado mi difícil amor al presi. Agradezco también al presi, quien se dio el tiempo para enviarme una amable tarjeta escrita de su puño y letra. ¡Gracias por leerme, señor presidente!

Gracias a la gente de toda la Costa, que ha aceptado mis escritos y en especial al señor Eduardo Garcés Merino por su permanente amabilidad. Gracias también a mis lectores virtuales, Bolívar, Rogelio, Norma, Xavier, Francisco, Julio César, Daniel…

Sin duda me falta espacio para nombrar a las personas que quiero agradecer porque gracias a ellas he tenido distintos sentimientos desde la incomodidad de recibir un regalo que en principio quise devolver, porque así lo habría hecho mi padre, pero que luego entendí que era mejor guardarlo como se guarda un recuerdo; hasta la inseguridad de haber metido la pata, o la alegría del reencuentro con mi prima Emma Dolores, a quien seguramente no reconozca en la calle, pero me hizo ver que el cariño y los recuerdos siguen intactos.

Escribir hoy, 24 de diciembre, no sé si sea mi desgracia o mi bendición, tal vez más lo primero que lo segundo y viceversa, como dice el poeta. Es que a mí el Feliz Navidad me sale un poco forzado, no soy muy navideña, por eso aproveché este espacio para expresarles mi gratitud y cariño. Lo que sí me sale lindo y natural es el Feliz Año Nuevo, espero que en el 2014 gocen de muy buena salud. ¡Salud!