La verdad es que Ecuador es un país de alboroto, se alborota por los toros y gallos, se alborota por el espía Snowden, por Assange, se alborota por la moda de género, se alborota por los puertos y vamos de alboroto en alboroto; como que adrede les conviene que siempre exista alboroto para así distraer de lo que es importante: eliminar la corrupción.

¿Por qué nadie habla de esto en el mundo? Con tremendo monstruo que es la corrupción nos entretenemos en si metemos “cáncer” en aquel pulmón del planeta llamado Yasuní o no lo metemos; retórica y más retórica, pero esta bulla, igual que los toros y gallos, también pasará, pero la corrupción no pasará y no parará de crecer.

Pedro Miguel Palacios Flores,

ingeniero comercial, Guayaquil