Dos días antes de su cumpleaños 34, Víctor Cevallos Cevallos fue acribillado con doce tiros, a dos cuadras de su casa, en la cooperativa 7 Lagos, en el Guasmo sur de Guayaquil.

Había salido a las siete de la noche del sábado 5 de marzo para celebrar con sus amigos, pero regresó a casa por un parlante, pasada la medianoche. “Ni alcanzó a conectarlo, estaba en su celular, agachado viendo su teléfono, cuando llega un carro, primero pasó un patrullero... No se percata del carro, ya cuando alza la cabeza ve el carro detenido. Desde ahí le propinaron los disparos”, cuenta Virginia, su madre, sin entender las causas por las que mataron a su hijo.

Víctor no registraba denuncias en su contra, tampoco tenía juicios ni enemigos o deudas. Vecinos dicen que “era de aquí del barrio, de hace años” y que “su familia es tranquila”, mientras que su hermana Milena cuenta que Víctor no había recibido amenazas, que más bien era amiguero. “Se llevaba bien con todos”, comenta.

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Su muerte deja muchas interrogantes, pero los familiares de Víctor han decidido quedarse con las dudas. En los registros de la Fiscalía no consta la denuncia que haya presentado algún familiar por su muerte, solo el reporte que ‘de oficio’ levanta esa entidad.

La Policía vino a pedir información, conmigo hablaron, pero no les dije, porque a mi hermano no me lo van a devolver, primero; y segundo, conociendo cómo está esto de caliente, me puedo involucrar en quién sabe qué. Imagínese, el agente me decía: ‘Usted no va a estar en peligro’; yo le dije: Eso me lo dice usted, pero usted no conoce al resto de personas, mire cómo sin compasión mataron a mi hermano, y si vienen aquí, aquí hay niños.

Milena, hermana de víctima

Aún con el dolor por el asesinato de un ser querido, la familia de Víctor se negó a colaborar con los agentes policiales. “Ahorita, como está el tiempo, si usted dice algo, al ratito ya la vienen a matar, por sapa”, dijo su madre al día siguiente del crimen.

El miedo a represalias o amenazas, la escalada de muertes violentas y la desconfianza en las acciones del Estado para combatir al crimen organizado, dicen expertos en seguridad, inciden en la falta de colaboración ciudadana para investigar los diarios asesinatos en Guayaquil y el resto del país.

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El silencio de las personas es una reacción natural. Si la población ve que han aumentado los homicidios y que de parte del Estado no ha habido una respuesta contundente, obviamente la reacción de la gente será de desconfianza.

Daniela Oña, experta en temas de seguridad.

La escasa o casi nula colaboración de los testigos de crímenes representa un obstáculo para la Policía y para la Fiscalía, principales gestores de la investigación de una muerte violenta.

Es fundamental la denuncia, aportar en el proceso investigativo cuando existen testigos, y, lastimosamente, eso no estamos teniendo por parte de la comunidad. Una muerte violenta debe llevar de la mano una participación activa de familiares, vecinos del entorno, que muchas veces son testigos y conocen a los agresores

Dorian Balladares, jefe policial del Distrito Sur de Guayaquil.

Al día siguiente del asesinato de Víctor Cevallos, en la misma cooperativa 7 Lagos, un ataque armado causó tres heridos, un adulto y dos niños. “No sabemos a quién estaba dirigido, porque ahí viven más personas. Los familiares no aportan con ninguna información, es más, se perdieron. No dan información, que es valiosa”, lamenta Balladares y advierte que “el 90 % de los eventos en los cuales está arraigada la criminalidad, los familiares no proporcionan información. Eso llama mucho la atención”.

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En etapa fiscal, agrega Gian Carlos Almeida, apenas el 40 % de familiares o testigos aportan con la investigación. “Por temor a represalias no brindan información, por ejemplo, actualmente estoy investigando temas de drogas, ahí también existe la disyuntiva que tiene la persona, por temor, a brindar información de los procesados”, analiza Almeida, agente fiscal de Guayaquil.

Las primeras 24 horas luego de una muerte violenta son claves para identificar y detener a los responsables o sospechosos. “Nosotros aprovechamos el tiempo de flagrancia. Cuando tenemos información y la colaboración ciudadana, ahí están los resultados, pero cuando ya prácticamente ha pasado la flagrancia y entramos a una delegación fiscal, nosotros tenemos que respetar plazos”, dice Balladares. (I)

En las calles 43 y Oriente, en el distrito policial Portete, grupos de jóvenes pintaron un mural alusivo a la educación.

Plan juvenil rescata zona en suburbio

Desde marzo pasado, un proyecto que busca empoderar a la comunidad y recuperar las calles, plazas y parques de la ciudad logró reunir a 45 adolescentes y jóvenes. Se trata del proyecto Urbanismo Táctico, que desarrolla el distrito policial Portete y que consiste en capacitar con talleres ocupacionales a los menores para alejarlos de los vicios y mantener su mente activa.

“Urbanismo Táctico quiere decir hacer participar a los jóvenes, se ha hecho acercamiento con los boys scouts para que capaciten a los niños”, comentó en marzo pasado el entonces jefe del distrito Portete, Wilson Torres, quien propuso el plan ante el Municipio de Guayaquil, aprobado en diciembre del año pasado.

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Esta entidad contribuyó con algunos materiales para varias actividades realizadas por los jóvenes, por ejemplo, canecas de pintura, brochas, taladros, rodillos, estiletes, etc.

Entre las jornadas comunitarias, los menores han logrado recuperar espacios que se habían convertido en sitios de reunión de consumidores de sustancias ilícitas, incluso en el área de acumulación de desechos. Por esto, las áreas recreacionales no se encontraban operativas para el uso de los ciudadanos del sector.

Con mensajes como ‘Yo vivo mi barrio’ o ‘Unidos por la seguridad’, los jóvenes han pintado murales con gráficos que fomentan la educación, la lectura, la sana convivencia y el respeto comunitario.

Algunos de estos murales se pintaron en las calles 43 y Oriente, también en las calles 17 y Cristóbal Colón, zona conocida como Portete 4.

El proyecto tiene como antecedente la conferencia internacional denominada Hábitat 3, un programa de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Sustentable. Para su aplicación el programa fue adaptado a la realidad del sector y los jóvenes que participan fueron elegidos por los líderes barriales del distrito y de algunos planteles. (I)