Sus asesinatos no solo coinciden en que se dieron al estilo sicariato. Las muertes de Joao Araujo Flores, Jefferson Calderón Castañeda, Steven Holguín Macías y Jaime Maldonado Añasco tienen en común que sus verdugos eligieron la madrugada para acribillarlos.

A Jefferson, de 29 años, lo atacaron con siete balazos a las 00:45 varios tipos que lo siguieron hasta su casa, en las calles 44 y la O, en el suburbio de Guayaquil, el 3 de febrero. Joao fue baleado igual, llegando a su casa, a las 02:25 del 28 de febrero, en la ciudadela Las Malvinas, en el sur de esta ciudad. Pero él no murió de contado sino llegando al hospital Abel Gilbert Pontón.

Steven, de 27 años, también murió pasada la medianoche, en el barrio La Libertad 2, de Portoviejo, el 10 de febrero. Él había sido testigo en una investigación fiscal por el crimen de Joselyn Noguera Paredes, a quien la Policía vincula con la banda de Los Choneros, asesinada días antes que Steven.

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El 20 de febrero, cerca de la una, cuando la mayoría de vecinos dormía, cuatro hombres acribillaron a Jaime y su hijo Guillermo, de 20 años. Días atrás, Jaime había sido contactado por una organización delictiva que lo presionaba para que venda droga, pero –según sus familiares– él se habría negado y lo tenían amenazado. Cuatro hombres llegaron hasta su casa, en la parroquia Buenavista, del cantón Pasaje en la provincia de El Oro, y los asesinaron mientras padre e hijo tomaban unos tragos.

Estos crímenes y otras 118 muertes violentas ocurrieron en la madrugada, ese tiempo que transcurre entre la medianoche y el amanecer. Este número representa el 27% de los 439 asesinados entre enero y febrero de este año, cuyos nombres este Diario recopiló ante la negativa de proporcionarlos por parte de la Fiscalía General y la Policía Nacional.

Ambas entidades manejan cifras que no coinciden. La Fiscalía registra 681 denuncias de muertes, mientras que la Policía menciona 620 fallecidos. EL UNIVERSO buscó los datos de las víctimas y determinó, además que, si se consideran los asesinatos cometidos desde las seis de la tarde hasta el amanecer, la cifra de muertes alcanza 264, es decir el 60 %.

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La oscuridad de la noche sirve de aliada de la delincuencia en zonas donde la presencia policial es reducida, también porque dificulta la captación de imágenes de las cámaras de seguridad y, además, porque los testigos de un crimen no alcanzan a identificar rostros o placas de vehículos en los que se movilizan los atacantes.

“Aquí velan a uno, están en los velorios y mueren 2, 3. Así que mejor ni velarlos, mejor derechitos que Dios los tenga en su santa gloria. Son bandas que están disputando territorios, que quiere ser el jefe uno, que quiere ser el otro, lo que antes no se veía”, opinó una dirigente de Bastión Popular, en el noroeste de Guayaquil.

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En este sector y en otros que se asientan en las orillas del estero Salado las comunidades piden resguardo policial. De hecho, esta es la solicitud que más llamadas genera en la línea de emergencias 911. En 2021 unos 750.000 pidieron patrullaje en zonas consideradas de mayor riesgo para crímenes como suburbio o Guasmos, según el Municipio de Guayaquil.

Nuestra Policía es buena, tiene buenas herramientas, más allá de ciertos elementos malos.., El presupuesto para la Policía son $ 1.200 millones, ¿de verdad la policía puede dar batalla con $ 1.200 millones contra el narcotráfico, que produce miles y miles de millones de dólares? La lucha es desigual.

Alexandra Mantilla, perfiladora criminal

Las muertes violentas, según los datos recopilados por este Diario, ha cobrado más víctimas jóvenes. De los 439 nombres recogidos en los meses de enero y febrero de este año, 412 son hombres y de estos 86 tienen entre 18 y 25 años, mientras que 61 se ubicaban entre 26 y 30 años, y 49 tenían entre 31 y 35 años.

Ahí están, por ejemplo, Bryan Asunción Cagua, de 24 años, acribillado con 26 tiros en el cerro San Eduardo, en Guayaquil, el 11 de enero de este año; también Stalin Briones Rojas, de 20 años, baleado el 10 de enero en la ciudadela Santa Mónica; y Cristopher León Cevallos, de 19 años, baleado en el sector Las Palmitas, de Buena Fe, en Los Ríos.

La presencia de fuerza joven entre las víctimas y también entre los victimarios, creen analistas, está vinculada a la falta de empleo en el país. “La violencia no se va a terminar, desgraciadamente, por la pandemia, hay sectores en donde se han cerrado trabajos”, comenta Mantilla, mientras que el experto en seguridad Daniel Pontón recalca la urgencia de detener las muertes, y sugiere un toque de queda. “No es una medida popular, pero se tiene que parar esta pirámide de violencia de alguna forma”.

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En el listado hay 15 menores (12 de Guayas y la mayoría adolescentes) y 5 adultos mayores, quienes recibieron las balas de sicarios en el suburbio, Guasmo y Bastión. (I)

26 mujeres, entre las víctimas de violencia

En los dos primeros meses de este año, 26 mujeres han sido asesinadas en el país, según los datos recopilados por este Diario, que recogió 439 nombres de las más de 600 víctimas de muertes violentas oficiales en ese periodo. La cifra (26) representa el 6% del total de fallecidos.

Doce mujeres han sido asesinadas en Guayas, cinco en Esmeraldas, cuatro en Manabí y una en Loja, Santo Domingo, El Oro, Los Ríos y Azuay. Doce de las 26 tenían entre 20 y 30 años.

En el listado consta una menor de 6 años, que fue asfixiada por su madre en Azuay, y una adulta mayor de 78, que fue baleada en Esmeraldas cuando salió en defensa de un familiar buscado por sicarios. De las víctimas, nueve recibieron impactos de bala mientras acompañaban a sus parejas, quienes recibieron la mayor cantidad de disparos; ocho fueron asesinadas por sus convivientes (femicidios), y ocho mujeres fueron baleadas, desde motos, mientras caminaban en la vía pública o manejaban sus vehículos.

A las hermanas Jennifer y Nathaly García Chumo, por ejemplo, les dispararon en el sector de Horizontes Bajos, en Esmeraldas, el 19 de enero, cuando paseaban con la madre de ambas y una niña, quienes resultaron heridas. La venezolana Joselyn Noguera, de 29 años, también fue baleada con cuatro tiros en Manta, según dijo la Policía, por supuestos sicarios ligados a bandas criminales.

“Últimamente han sido víctimas mujeres, qué pasa con esas mujeres, qué relaciones tenían, son análisis que se deben hacer muy profundo para saber con qué nos enfrentamos”, comenta la experta Alexandra Mantilla. (I)