Yaku Pérez, excandidato presidencial que quedó tercero en las elecciones del 2021 y que es parte del movimiento indígena, afirma que los 18 días de paralización en Ecuador, que se acabaron gracias a un “acuerdo de paz” entre el régimen y los manifestantes, dejaron un saldo negativo para el país en lo económico, social y político. Indica que la falta de diálogo “sincero” por parte del Gobierno desde el primer día de las movilizaciones, motivadas por “justos pedidos del pueblo”, provocó la crisis.

Sin embargo, reconoce que el vandalismo que se observó en este paro también deslegitimó la protesta social y acrecentó el racismo y la discriminación. Sostiene que el correísmo se ha infiltrado en la dirigencia del movimiento indígena y que esto hace complejo detectar a los “violentos” dentro de la organización. Y que pese a sus desacuerdos con líderes como Leonidas Iza, que lo llevaron incluso a formar su propio partido Somos Agua, sigue teniendo una excelente relación con las bases indígenas.

Termina el paro con nueva rebaja a precios de combustibles, manifestantes volverán a sus comunidades. Se firma el acta de acuerdo

Las posturas no cedían de lado y lado en los días de paro. Al final, estas jornadas de protestas dejan un saldo negativo para el país. Una nación paralizada por 18 días.

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El Gobierno nunca sintonizó las demandas sociales y solo invitaba a un diálogo completamente tramposo. Cuando pasó la votación (en la Asamblea Nacional) de la muerte cruzada (destitución del presidente) y no hubo los once votos que faltaron se sintieron triunfalistas. Y esta tarde se sentó a dialogar a regañadientes.

La mayoría de la población cree que es justa la razón de las protestas, pero no estuvo de acuerdo con las formas. Se establecieron corredores humanitarios para los alimentos cuando el país no está en guerra, hubo robos, saqueos y atentados a la propiedad privada y pública. ¿Esto no deslegitima la lucha social?

Muy de acuerdo. Se esperaron muchos días, se pudo haber evitado un día de movilización con un diálogo franco y sincero y buena fe por parte del Gobierno. Sin embargo, ahora tenemos un saldo de más de 200 personas agredidas, más de 150 criminalizadas, nueve asesinadas y un militar. Este saldo no puede ni remotamente justificarse.

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Y claro, muchos actos deslegitimaron la protesta social e hicieron que la población no las vea con buenos ojos. La violencia, venga de donde venga, no es justificable. La violencia quien la propicia o la genera no va a tener jamás la legitimidad y por eso, a pesar de que hay una desaprobación de más del 85 % del presidente (Guillermo) Lasso, muchos sectores, al estar sin víveres, sin gas de uso doméstico, no han visto bien que se haya puesto pueblo contra pueblo y peor pueblo armado contra pueblo desarmado.

Pero también se han observado acciones que distan mucho de la protesta social: contaminación del agua en Ambato, se tomaron una subestación eléctrica en Tisaleo para dejar sin energía a Guayaquil, se tomaron antenas repetidoras de medios de comunicación, pozos petroleros. El movimiento indígena ha afirmado que estos actos han sido provocados por “infiltrados”. ¿Quiénes son?

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Es un secreto a voces que el correísmo está infiltrado y esto lo ha dicho públicamente Nina Pacari, dirigente histórica, lo ha dicho el coordinador de Pachakutik (Marlon Santi). Por otro lado, para que no sucedan de nuevo estos actos delictivos como envenenar el agua, esto no es un juego de niños, en esto hay premeditación y mala fe, la única manera de combatir estas acciones es aplicar la ley y para eso el Gobierno cuenta con la Fiscalía y con un Código Penal que es bastante draconiano. Ahora, tampoco estamos diciendo que se autorice la utilización de armas con perdigones, eso no es democracia porque sería represión.

Todo esto mancha o ensombrece una resistencia social pacífica no violenta que siempre hemos venido predicando y practicando.

Además, el Gobierno tiene un sistema de inteligencia y que debe estar analizando lo que van a hacer determinados actores y vemos que en estos actos no han actuado, y esto sumado a la errática política del régimen del Lasso que solo gobierna para el Fondo Monetario Internacional.

Si bien la inteligencia del Gobierno ha fallado, ¿el movimiento indígena no puede controlar o detectar a los infiltrados? Porque de seguro habrá protestas a futuro y la mayoría de ecuatorianos quieren que estos actos no se repitan.

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Sí podrían hacerlo. De hecho, cuando yo estuve en dos periodos al frente de la Ecuarunari habíamos hecho ese control cuando realizamos las marchas desde Zamora hasta Quito, pero el problema es que ahora dentro del movimiento indígena habría vertientes vinculadas al correísmo y ahí se puede ver, de acuerdo a los textos que todos conocen, que el presidente de la Conaie (Leonidas Iza) es muy próximo al correísmo. Entonces, allí se confunde entre quienes mismos están ahí y por eso han exigido los dirigentes históricos a (Rafael) Correa que saque a sus huestes de la movilización social.

Usted ha mostrado sus diferencias con Leonidas Iza. De hecho, afirmó que el dirigente nunca hizo nada para apoyar su candidatura presidencial. Usted ha formado su partido Somos Agua. Pero usted también participó en estas manifestaciones, aunque hizo un llamado a la movilización pacífica. ¿Cómo está su relación actual con el movimiento indígena?

Yo he dicho que la resistencia nos une y las elecciones nos dividen. Este rato uno no puede ser indolente a las justas demandas sociales porque no solo las plantean el movimiento indígena, sino los obreros, estudiantes, artesanos, comerciantes, transportistas. Yo no reniego del movimiento indígena, de mis orígenes, de mi matriz y no puedo renegar porque los dirigentes o los asambleístas cometen errores.

Con las bases yo tengo una muy buena relación, apoyando donde tenga que apoyar, apoyando a la resistencia no violenta en la defensa de sus territorios, de la defensa del agua y la naturaleza. Además, uno de los puntos planteados por la Conaie es la no explotación minera en fuentes de agua. Entonces, el contenido de las propuestas de la Conaie, más allá de las dirigencias que son pasajeras, no va a cambiar y yo tengo como referencia la lucha histórica del movimiento indígena.

Una cosa es que cada dirigente tenga un matiz más marxista, más neoliberal, porque en el movimiento indígena hay distintas vertientes.

Es decir, usted apoya al movimiento indígena, sus luchas, pero no a Leonidas Iza.

Yo apoyo en el 100 % las causas del movimiento indígena porque somos parte de aquello y el pliego de 10 puntos recoge muchas de las propuestas, no todas como, por ejemplo, la apuesta por la agroecología, la lucha contra la corrupción. En los 10 puntos estoy plenamente de acuerdo.

Uno de los puntos que se acordó para deponer el paro fue la reducción del precio de las gasolinas eco y extra y el diésel en 15 centavos. ¿No cree que es una contradicción pedir la reducción del precio de un combustible fósil, que para generarlo se destruye a la naturaleza que tanto defiende usted y el mundo indígena?

Aparentemente sería contradictoria mi tesis. Nosotros estamos en contra de la emisión de gases de efecto invernadero porque eso lleva al calentamiento global, pero en esa globalidad ¿cómo es que los países desarrollados han hecho lo que han hecho?, han hecho lo que querían con los recursos naturales y la contaminación, el abandono, la devastación de la Amazonía en Ecuador sirvió para el enriquecimiento de los países del norte.

Entonces, vivimos en un país donde la pobreza es gigante, donde tenemos desigualdad, tenemos desnutrición infantil de casi un tercio, pues no podemos ser insensibles a una demanda del pueblo que se queja sobre el alto costo de los combustibles.

Nuestra propuesta en campaña fue parar la explotación minera y petrolera hacia nuevos campos y territorios porque los que ya están ya no hay cómo y deben seguir, pero no ampliar la frontera petrolera y minera como pretende ahora el Gobierno nacional.

Soy partidario de que no se incremente más el costo de los combustibles, debe haber una focalización para la transportación pública y la que sirve para actividades agrícolas y ganaderas y el resto podría no tener un subsidio. Somos un país exportador y nos ponen a precios internacionales los combustibles, pero no hacen lo mismo con el salario básico. (I)