Durante la semana pasada los cuestionamientos a las elecciones en Nicaragua aumentaron luego de que la última apuesta de la oposición fue anulada de la competición.

Desde hace meses políticos de oposición, periodistas, medios y organizaciones vienen denunciando el ataque del régimen liderado por Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, quienes han dejado sin opciones para derrotarlos en unas elecciones justas.

Ortega, de 75 años, está en el poder desde 2007, y busca obtener un cuarto mandato sucesivo al mando del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda).

Publicidad

El sábado se conoció que el Consejo Supremo Electoral (CSE) de Nicaragua inhabilitó al partido derechista Ciudadanos por la Libertad (CxL), el principal bloque opositor, para las elecciones del 7 de noviembre.

Dos días antes el CSE inhibió la candidata a la vicepresidencia de CxL, la exreina de belleza Berenice Quezada.

Esto es algo que ya venía venir el líder estudiantil Levis Rugama, quien afirma que tras estar preso casi un año sin ser juzgado tras las protestas de 2018 y recibir la amnistía terminó emigrando a Canadá.

Publicidad

Él comenta que el problema actual viene desde hace varios años, porque incluso cuando había un desarrollo económico eso no cambió que el sistema político estaba estancado y sumándose a problemas como la corrupción institucional, tráfico de influencia, los sobornos y limitaciones a los espacios políticos críticos.

“Desde 2007 Ortega ha venido construyendo una pirámide institucional que obedeciera nada más a él, cambiando leyes y cerrando los espacios políticos de participación, aunque en realidad el desarrollo económico sigue efectivo porque se aliaron con el gran capital”, afirma Rugama, quien añade que 2018 fue un “basta ya” de todo y debido a que no hay ningún tipo de contrapeso en Nicaragua, pues opina que ya es un “Estado-partido”.

Publicidad

Al menos 31 líderes opositores, entre ellos siete aspirantes a la presidencia, han sido detenidos desde junio, en su mayoría por “traición” a la patria. Entre los presos está Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997), quien figuraba en las encuestas como potencial rival para enfrentar a Ortega.

En tanto, poco después que el tribunal electoral inhabilitara a CxL, el candidato a la presidencia del PLC, el empresario Milton Arcia, renunció a su postulación en protesta. “Estoy asustado de lo que está pasando... A mí me gusta la democracia y quería que compitiéramos todos”, dijo Arcia a la prensa.

Además con la salida de la alianza CxL de las elecciones, Ortega se dispone a conquistar cómodamente su tercera reelección sucesiva frente a cinco partidos derechistas que son tildados de “colaboracionistas” por la oposición.

La comunidad internacional ha condenado los arrestos y acciones judiciales contra los opositores y demandado la realización de elecciones libres.Rugama también comenta que la oposición (derecha e izquierda) ha tenido grandes fallos como no unirse para lanzar a un mismo candidato.

Publicidad

En eso lo apoya una persona extranjera radicada en Managua, quien dice que las labores previas de la oposición fueron tan malas como lo ha hecho por años la oposición en Venezuela. Agrega que ha visto cómo personas de recursos han comenzado a salir y que hay temor a decir o actuar en contra de las políticas del Gobierno.

“Es el plato frío de la venganza que se está cobrando Rosario Murillo (contra quienes apoyaron las protestas y acciones contra su régimen). Todo el que se candidatiza va a la cárcel”, dice esa persona.

Los consultados tienen miedo de qué pueda pasar si las cosas siguen empeorando y la afectación de la economía crece y aumenta el desempleo. Aunque Ortega ya ha dicho que no le importa y que vivieron situaciones “más difíciles” en los 80, en guerra y con pocos recursos alimenticios.

Una activista nicaragüense, cuyo nombre reservamos, dice que hay mucha incertidumbre respecto a lo que ven como una “farsa electoral”.

“Si había la mínima esperanza en participar en las elecciones, ya no hay nada”, dice la mujer, que es parte de un movimiento en Matagalpa, que tiene como objetivo seguir evidenciando y denunciando lo que hace el régimen porque no pueden salir a las calles.

“El cambio creo que pasa por seguir dando la batalla y no dejarnos vencer por todas la situaciones que el Gobierno está creando”, apunta la activista, quien afirma ser presionada hasta con supervisión policial afuera de su domicilio. (I)