En España, hace 23 años, un adolescente cometió un escalofriante múltiple crimen en su propia casa. Lo que había sido un regalo que le hizo su padre, un sable, se convirtió en el arma con la que destrozó su hogar.
Ese joven tenía 16 años y al amanecer del 1 de abril de 2020 “tomó el sable regalado, cuya hoja filosa medía 71 centímetros de largo, y mató a su padre, luego descuartizó a su madre y finalmente acuchilló a su hermana, una niña con síndrome de Down”, recuerda Infobae.
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Todos dormían cuando el adolescente les quitó la vida. Desde ese momento, José Rabadán Pardo pasó a ser, dentro y fuera de España, “el asesino de la katana”.
Los hechos impactaron desde el barrio Santiago el Mayor, de Murcia, a todo el país. La familia era evangélica. Costaba creer el múltiple asesinato, nadie podía descifrar que llevó a cometer esta locura.
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Qué dijo el asesino de la katana
“Me llamó José Rabadán y maté a mis padres y a mi hermana”. Eso, mirando a la cámara de TV, dijo Rabadán en el 2017. Sus palabras, hirientes aún, las ofreció para un documental sobre su vida que emitió DMax.
En noviembre de 2017, en Nuevo Diario publicaron: “El joven, hoy ya hombre, quiere demostrar que está rehabilitado, que la reinserción funciona y que puede ser un ejemplo para la sociedad.
Hasta ahora nadie sabía de aquel muchacho que es miembro de una congregacion evangélica y vive en Cantabria con su mujer y su hijo”.
¿Por qué los mató? Era la pregunta que todos se hacían.
“No tengo una explicación clara… quería ser libre”, respondió, según Infobae.
Aquel chico de Murcia
A José “lo querían” sus vecinos. “Era atento y educado”.
Se dice que “las madres de algunos de sus compañeros del Instituto de Enseñanza Media Mariano Baquero lo tomaban como ejemplo, porque era raro que saliera de noche y nunca tomaba alcoho”l.
En el colegio, el comportamiento era distinto. “No era buen alumno”.
A José las horas se le iban instalado frente a la computadora, jugando el videojuego Final Fantasy VIII, donde matar con una katana era el camino hacia el triunfo.
Puntualiza Infobae: José, que además iba a clases de karate –otra de sus pasiones– solía ensayar golpes con ella frente al espejo, como si fuera un personaje más de Final Fantasy.
Larga noche y trágico amanecer con katana en mano
Años después, José Rabadán contó que le costó conciliar el sueño la noche del 31 de marzo de 2000.
La idea de matar a su padre la tenía. A las 6:00 de la mañana del 1 de abril saltó como resorte de la cama y tomó la katana. Caminó a la habitación y atacó a su padre Rafael.
“Este abrió los ojos y, al ver a su hijo con el arma, intentó protegerse con las manos. La katana bajó y le seccionó tres dedos. El segundo golpe, en el cuello, lo decapitó sin que alcanzara siquiera a gritar”.
Luego fue hasta el dormitorio donde estaban su madre y hermana. Mató a su progenitora y la hermana gritó. Pensó qué hacer.
No quería matarla –dijo después–, pero pensé que se iba a quedar sola en el mundo y tuve que hacerlo.
Dicen que partió la katana cuando perpetraba el tercer homicidio. José, ante la dantesca escena, separó la cabeza del tronco de su padre y descuartizó a su madre.
Buscó huir pero antes llamó a un amigo y a la Policía: “Maté a mi familia”, dijo. No le creyeron.
En un segundo contacto dio las coordenadas de su casa y fue como se dieron cuenta de los espeluznantes hechos.
Murcia, toda consternada, supo qué detectaron los forenses, quienes “llegaron a contar más de 80 cortes en los cadáveres: más de 30 a en el padre, unos 35 en la madre y casi 20 en el cuerpo de la niña”.
Detenido en casa de una amiga
La Policía se movilizó para atraparlo y a José Rabadán lo arrestaron en el domicilio de una amiga, radicada en Barcelona.
- ¿Por qué les quitaste la vida?
-Quería vivir una experiencia distinta. Estar solo. Que mis padres no me buscaran – respondió. En ningún momento negó los cargos.
- ¿Y por qué mataste a tu hermana?
-¿Y qué iba a hacer ella sola en el mundo...? La maté para que no sufriera.
Un informe psiquiátrico reveló que José tenía psicosis epiléptica idiopática.
El juicio fue exprés y, por ser menor, lo sentenciaron a seis años de prisión y otros dos de libertad vigilada.
Al salir en libertad se fue a Cantabria, “donde fue aceptado en la casa de acogida de la asociación Nueva Vida, una organización evangelista”.
José se casó con Tania, hija de un pastor evangélico.
A aquellas cámaras de TV dijo: “Yo fui un asesino” (…)”Soy consciente de que muchos seguirán pensando que soy un monstruo”.
Se mostró convencido de que Dios lo había perdonado.
Sobre aquel macabro suceso describió: “No fui yo, fue mi cuerpo, pero no yo. Me sorprendió mi propio acto. Sólo quería volver a mi cama para que no me viera, pero mi espada bajó, bajó sola”.
(I)
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