La escuela pública Tsholetsega en Kagiso, Sudáfrica, contaba con unos 1.300 estudiantes. Sin embargo, presenta altos índices de ausentismo. Una de las razones eran las letrinas envejecidas que se atascaban con regularidad, lo que generaba que los desechos permanezcann en una tubería de alcantarillado cercano patio de la escuela.

El hedor de los inodoros distraía a los estudiantes, lo que también evitaba que algunos deseen usar los baños. Cuando los estudiantes se quejaban de dolores de estómago y necestiban usar el baño, lo más probable era que sus maestros los enviaran a casa en lugar de correr el riesgo de obstruir los viejos inodoros.

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Todo eso cambió cuando una empresa de saneamiento le ofreció a la escuela la oportunidad de probar un nuevo y revolucionario tipo de inodoro: uno con un sistema autosostenible de tratamiento de desechos que mata todos los patógenos en el sitio, no requiere una conexión a agua ni a un sistema de alcantarillado. y no depende de una fuente de energía constante.

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Los nuevos retretes redujeron el ausentismo y mejorar la experiencia dentro de las instalaciones.

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En todo el mundo, 3.500 millones de personas carecen de acceso a servicios sanitarios seguros, lo que obstaculiza su capacidad para alcanzar su pleno potencial humano y económico. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 1,25 millones de personas (incluidos 395.000 niños menores de 5 años) mueren cada año debido a condiciones sanitarias e higiénicas deficientes en países de ingresos bajos y medianos.

Un grupo diverso de agencias gubernamentales, incluida la Comisión de Investigación del Agua (WRC) ha estado evaluando e implementando una variedad de soluciones innovadoras durante décadas. Estos esfuerzos fueron fundamentales para llevar el nuevo sistema de sanitarios a Tsholetsega y a comunidades de toda Sudáfrica, a través de una colaboración que se ha extendido por todos los continentes.

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Valerie Naidoo, directora ejecutiva del WRC, y otros funcionarios estaban intrigados por una innovadora tecnología de saneamiento desarrollada en China como parte de una competencia coordinada por Li Zifu, profesor de ingeniería ambiental en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Beijing, y apoyada por la Fundación Gates.

Entre los ganadores del concurso de 2013 en China se encontraba un nuevo tipo de sistema de saneamiento de circuito cerrado que no requiere conexión a agua ni a la infraestructura tradicional de alcantarillado. En cambio, está conectado a una planta de tratamiento alimentada por energía solar.

Se trata de un retrete que no necesita agua, no está conectado a ningún sistema de alcantarillado y es capaz de transformar los desechos humanos en fertilizantes. Una alternativa ecológica que podría utilizarse en aquellos países del mundo cuyos sistemas de saneamiento son deficientes. Con agua no potable, el sistema purifica los desechos sólidos y la orina, eliminando todos los patógenos y los recicla como agua que se puede volver a usarse para tirar por el inodoro.

El hecho de que el sistema no dependa de la red eléctrica ni de un suministro de agua exterior lo hace ideal para Sudáfrica, un país donde los cortes de energía son frecuentes y las sequías severas son cada vez más comunes. (I)