“Me quiero bajar, ábreme la puerta, acaso me está secuestrando”: los peligros de andar en bus siendo mujer en Ecuador

Era un fin de semana común para Sara (nombre protegido). Se puso su ropa deportiva, zapatos y bolso. Conectó sus audífonos al celular y puso sus canciones preferidas.Esperó el bus de la línea 89 cuando atardecía. Llegó, se subió y pagó el pasaje. No se fijó en el conductor. Directamente se sentó a revisar sus pendientes en el celular.Cuando ya eran un poco más de las 19:00, pasaron por el sector de Sauces 4, en el norte de Guayaquil, y Sara se percató de que estaba cerca su parada. Tocó el botón de la puerta trasera y no se abrió . Ella llamó al conductor pidiéndole de favor que le abriera para descender del automotor. Sin embargo, el hombre solo la miraba por el espejo retrovisor . “El señor me queda viendo y avanzó hasta otro semáforo, y pensé que ahí me iba a dejar, y justo cambia a verde (el semáforo) y arranca. En ese momento me preocupo, porque era de noche; ahí es oscuro”, cuenta.De manera insistente y con la voz quebradiza, Sara le preguntó en dónde la iba a dejar y se desesperó. “Él me tuteaba y yo lo traté con respeto. Me puse nerviosa y entré en pánico ”, dice Sara, quien añade que en el bus iba otro hombre sentado al fondo y que las luces estaban apagadas.Ella no dejó de tocar el timbre porque pensó lo peor. “ Ábreme la puerta. ¿Acaso me está secuestrando? ”, dijo por varias ocasiones, mientras veía que el conductor pasaba y pasaba las paradas (letrero azul con el dibujo de un bus).Ante la negativa del sujeto, Sara decidió grabar lo que estaba ocurriendo y repitió: “ Me quiero bajar; ábreme la puerta. Te estoy grabando. Ten la amabilidad de dejarme ir ”.El conductor no respondió ninguna de esas preguntas y más bien hizo otras: “¿Cómo te llamas? Dime tu nombre o ven para grabarte” .Sara ya no sabía qué expresar y dijo que era abogada, de alguna manera para presionar por su libertad, pero el hombre siguió con un comportamiento sarcástico.Más adelante, Sara se percató de que dos personas pararon el bus y ella corrió a la puerta delantera y logró salir . Todo esto lo grabó. Cuando al fin se bajó, y como tenía su celular en la mano porque venía grabando, se acercaron dos hombres.“Y, como cosa de Dios, aparecen dos policías en moto, porque los otros hombres se me estaban acercando y se hicieron los locos y se fueron. Yo aceleré el paso y llegué a mi destino”, relata Sara.Ella es madre soltera y ya sufrió un robo, justo en un bus. Cuenta que en aquella ocasión hubo complicidad porque el conductor paró, se subieron tres sujetos, robaron a las pocas personas que iban y luego siguió.En la más reciente experiencia, Sara imaginó que era lo mismo e incluso algo peor. Pensaba en su hijo y en su mamá . “Yo la ayudo; y, si me pasa algo, ¿quién la ayuda? Yo trato de cuidarme cuando salgo”, expresa la mujer, que ese día no le alcanzaba el dinero para trasladarse en taxi y, por eso, optó por el bus.Sara subió el video en TikTok, que ha tenido un alcance de 1,8 millones de visualizaciones, pero ha recibido mensajes desalentadores, de alguna manera culpándola por lo ocurrido.Y este tipo de comentarios y situaciones, para una experta, son los peligros constantes que viven las mujeres , sea en un transporte, en el trabajo o caminando por las calles. La inseguridad es constante.“En el video se ve la intimidación que ella siente, producto de la agresividad o de amenazas, el acoso, la violencia que recibe en el exterior. En ese momento es importante tratar de defenderse hasta el final . Hacer una pausa, buscar agua, comunicarse con alguien que la pueda socorrer”, menciona Gabriela de la Cruz, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE). Llamar al 911 para solicitar resguardo por parte de la Policía Nacional es también lo primero a realizar, dice Estefany Alvear, coordinadora de Posgrados en Derecho de la Uisek. Y, además, poner una denuncia en contra del supuesto agresor y continuar el proceso en todas sus etapas.“Tomando en cuenta que la mujer estaba sola, grabar lo que estaba sucediendo ayuda mucho, incluso a nivel probatorio; sin embargo, hay que tomar en cuenta que, para que un video tenga validez en un juicio, es necesario que la persona que está grabando intervenga en él, cuestión que en este caso sucede porque se escucha la voz de la mujer”, explica Alvear.Alvear asegura que se puede educar a la sociedad desde varios ámbitos. Por ejemplo, en la academia, impulsar que estas acciones se denuncien ; que las políticas públicas tengan un enfoque de género. “Los fiscales y los jueces necesitan entender cómo tratar a las víctimas y su situación de vulnerabilidad”, apunta.De acuerdo con el estudio de tesis universitaria Percepciones sobre acoso sexual hacia las mujeres trabajadoras que usan el servicio de transporte público en Guayaquil , realizado por la estudiante Kelly Cedeño, hay una muestra de vulnerabilidad.Por ejemplo, 103 mujeres coincidieron en que los acercamientos innecesarios son parte del acoso sexual ; el 48,70 % menciona que en las miradas lo denotan.Y más del 50 % sostiene que los piropos no deben ser aceptados, el 8,70 % menciona que está indeciso, mientras que el 10,43 % dice que sí deben ser aceptados con normalidad.En Quito, por ejemplo, cerca del 60 % de las mujeres fueron víctimas de acoso o abuso sexual en el transporte, según el informe Violencia sexual en el Sistema Metropolitano de Transporte y Metrobús 2023 , realizado por el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana.Como sociedad, uno de los pilares para hacerle frente a la violencia es el conocimiento, la educación, el buen trato , dice De la Cruz, quien sostiene que enseñar que todo tiene un límite es crucial.“Los niños tienen que aprender que el respeto es necesario para vivir en armonía, respeto a hombres, mujeres y cualquier ser vivo en general . Hay que entender que todo hombre machista fue criado por padres o familiares machistas; es como una herencia. Por eso, hay que cortar esto con educación, promoviendo la igualdad”, dice Alvear.Además, hay otro detalle, según De la Cruz, y se trata de excederse en la protección. “Las familias ecuatorianas se basan en un modelo de sobreprotección hacia las mujeres, que desde muy pequeñas nos dicen: ‘No puedes salir sola’, ‘Te tienen que acompañar’ o que hay horas establecidas de regreso. A veces son extremas esas medidas, porque el cuidado es necesario . Pero no extremo al punto de que nunca aprendimos a tomar un bus, a dirigirme sola a un lugar, a que siempre estuve controlada por el celular. Una cosa es el cuidado y otra el extremo del cuidado. Esto impide que la mujer pueda desarrollar su independencia”, expone De la Cruz.Y recalca que la violencia es otra arista, algo que jamás se debe normalizar: “Si en mi hogar me maltratan, entonces yo no voy a ver como algo negativo que en otro lugar me maltraten, y cuando sube la intensidad es cuando yo no sé reaccionar, porque nunca he podido desarrollar mecanismos de defensa. Por eso, como mujeres necesitamos identificar qué puedo hacer, cómo yo puedo reaccionar ante estos eventos, saber lo valiosa que soy. El autocuidado importante ”.En tanto, De la Cruz cree que a largo plazo se verá un cambio siempre que se eduque a las futuras generaciones en empatía. (I)

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