El enfoque del foro de educación inclusiva “De la familia al mundo laboral”, organizado por Diario EL UNIVERSO, fue discutir los procesos y desafíos para la inclusión de personas con discapacidades en el sistema educativo y, por lo tanto, en la sociedad en general.
La cita, que tuvo lugar en la Universidad Casa Grande este jueves, 18 de septiembre, se dividió en una entrevista previa y la intervención de cinco panelistas expertos en educación inclusiva.
Fernanda Miranda, jefa de Negocios de EL UNIVERSO y miembro de las organizaciones DownGYE y la Red Down Internacional, dirigió el evento, que empezó con una entrevista a Evelyn Labanda, tecnóloga en publicidad, conferencista y presentadora de eventos.
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Labanda tiene síndrome de Down, ha recibido múltiples premios por su labor y ha sido entrevistada por medios internacionales. Actualmente labora en la Cámara de Comercio de Guayaquil.
“Mis padres juegan un papel importante. Me han apoyado en cada momento incondicionalmente. En especial mi pilar fundamental, mi mamá”, resaltó Labanda.
Ley y acciones suman a la inclusión
Durante su paso universitario no tuvo ninguna adaptación curricular. “Yo pienso que cada paso que yo doy es un triunfo. En la universidad me convertí en la primera persona (con síndrome de Down) en obtener un título universitario”, indicó.
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Ahora, con su labor de la Cámara de Comercio de Guayaquil como asistente de operaciones en el área de eventos, recalcó que su ambiente laboral es conductivo a la inclusión.
“Mi sueño es ser autosuficiente. Ahora estoy realizando un segundo desfile inclusivo en 2026 por el Día Internacional del Síndrome de Down”, dijo. “Los niños con síndrome de Down pueden todo. Podemos salir adelante con mucha paciencia. Solo necesitamos una sociedad más inclusiva y empática”.
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La primera intervención del panel de seis expertos fue de Bernardita Justiniano, rectora de la Universidad Casa Grande, quien plantea la inclusión “como una forma de mirar las cosas” para abordar prácticas sociales diversas desde lo laboral, educativo y social.
“Lo primero, la inclusión como una forma de comprender la enseñanza y el aprendizaje”, expresó Justiniano, quien comparó al enfoque inclusivo a ponerse lentes para ver más claro. “Hay que contar con herramientas que nos permitan hacernos cargo de esa mirada inclusiva”.
Laura María Noboa, directora general de Fasinarm, habló sobre la detección temprana de discapacidades, que son detectadas en diferentes momentos del desarrollo del niño dependiendo de la condición. El síndrome de Down puede ser identificado en el útero, por ejemplo, mientras que el autismo podría tardar un poco más.
“Muchas veces los padres se dan cuenta: ‘Mi hijo no gatea y el de mi amiga sí’, ‘No responde cuando lo llamo’, por ejemplo”, dijo Noboa, agregando la importancia de revisiones médicas periódicas. También señaló que es importante dejar de romantizar la discapacidad, y que la detección temprana es importante para que los niños sean más autónomos.
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En cuanto al autismo, María José Jáuregui, psicóloga clínica, señaló que las madres suelen saber cuando algo le sucede a su hijo. Sin embargo, es el pediatra el que debe discernir esas señales: si no sonríe a los 3 meses, si le interesan más sus juguetes a los 6 meses, si no mira a los ojos, si no responde a su nombre, si no busca elogios de las personas o si no señalan; estos son hitos importantes cuya ausencia podrían ser “señales preocupantes”.
“Si tienes una duda, anda al especialista. Un psicólogo de niños regulares no tiene experticia en autismo”, explicó Jáuregui.
Javier García, psicólogo clínico, enfocó su intervención en la reacción de la familia ante la discapacidad de un hijo, en el “duelo de expectativas”, que es el cambio en las expectativas sobre los niños.
“En el momento que se confirma el diagnóstico, hay un duelo que debe ser llevado y los padres necesitan un acompañamiento”, señaló García.
Aunque concuerda con que la detección temprana es importante, se ha topado con padres que asumen que su hijo tiene autismo sin confirmación de un profesional. Del otro lado hay padres que entran en negación y no quieren informarse sobre la condición.
El duelo familiar es más grande al comienzo, pero su intensidad y duración depende del tejido familiar, de cómo logran integrar al niño a la familia según sus capacidades.
Toledo vivió ese proceso de integración con su hermano, que tiene una discapacidad. Su familia le explicó desde pequeña la condición de su hermano.
“Ahora sabemos que les debemos llamar ‘personas con discapacidad’, pero cuando era niña siempre me decían: ‘Bueno, juguemos, pero él no’. Entonces amenazábamos con irnos”, recordó Toledo.
En el ámbito escolar y universitario, Justiniano indicó que los profesores necesitan herramientas para crear una experiencia inclusiva en el aula: no es solo ir a una capacitación, sino mostrar constante flexibilidad en el contexto educativo.
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“Vamos a estar preparados cuando tengamos recursos, inversión. Ahí hago un llamado a la política pública”, agregó.
Para Noboa, una estrategia común en colegios es que se simule educar a los alumnos con discapacidad, sin lograr estimularlos intelectualmente.
Esto puede llevar a que no se sientan parte de un grupo, pues ven hitos de sus familiares que ellos no han logrado, lo cual puede llevar a que se depriman. Por eso, es importante que reciban una educación inclusiva y se desarrollen en ambientes laborales apropiados. (I)