Siendo precandidato a la Prefectura del Guayas Héctor Vanegas enfrentó el escarnio en redes sociales por emitir comentarios desatinados que quedaron grabados y perennizados.

En un mitin de julio pasado en Guayaquil dijo: “Cuando yo recorro las calles, los cantones y los barrios, salen las hembras y no sacan el pañuelo sino el calzón, así”.

El video de cuando menciona la frase se hizo viral y tuvo consecuencias. Centro Democrático, movimiento liderado por el exprefecto Jimmy Jairala, decidió no auspiciar su candidatura tras los cuestionamientos que recibió Vanegas, principalmente por parte del feminismo.

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Vanegas finalmente presentó su candidatura, pero bajo el auspicio del movimiento Verde Ético, Revolucionario y Democrático (Mover), el antiguo Alianza PAIS.

La situación es una muestra del contexto en el que se desarrollarán las próximas elecciones seccionales. Lo que se diga, el vestido o atuendo que se use y la forma como se emitan los mensajes pueden marcar el devenir de un candidato, todo maximizado y eternizado en la era digital y de las redes sociales.

Estos serán los primeros sufragios en un entorno de recuperación de la mayor parte de los espacios y hábitos, pero con los efectos ya consumados de la pandemia y el confinamiento.

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La obra 29 hábitos que nos cambiaron la vida, publicada en 2021, advierte que en las próximas elecciones de la región estarán en la palestra los problemas de siempre, pero con enfoques distintos, desde nuevas variables, demandas y exigencias.

¿Quiénes tendrían más ventaja en el contexto actual: los candidatos a la reelección o las figuras nuevas?

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“Parten con ventaja los que hayan labrado su imagen personal con cuidado desde la realidad y las apariencias, ambos elementos pesan. Los que tienen una trayectoria forjada en el tiempo que sea altamente favorable. La frase de que la esposa del César no solo tiene que ser honesta sino también parecerlo está más vigente que nunca. También tienen ventaja aquellos que no tienen rabo de paja, empiezan limpios desde cero, pero deben construirse una imagen”, responde Iván Sierra, investigador de opinión pública, mercados y tendencias y autor de la publicación mencionada.

A estos últimos nadie podrá señalarlos, añade, por actos de corrupción o promesas incumplidas porque son políticos nuevos, sin embargo, deben construir rápidamente una imagen favorable porque la gente vota por alguien conocido que inspira confianza. “No se confía en alguien que no se conoce”.

Blasco Peñaherrera Solah, director de la encuestadora Market, afirma que quienes se han probado en el cargo cumpliendo las promesas que hicieron tienen una ventaja que es saludable. “Los que acceden de forma permanente a los medios porque están en funciones tienen también un mayor espacio en la difusión de sus obras y del posicionamiento de su imagen personal. La recompensa es la reelección”.

El problema es cuando el candidato por la reelección incumplió sus promesas o está la idea generalizada de que no cumplió sus ofrecimientos. “En ese caso van a mentirle a la gente, decirle que harán lo que no han hecho en determinado tiempo, siempre tienen esa limitación, entonces las redes sociales aquí juegan un papel fundamental”.

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Los rezagados son los desprestigiados, los que han descuidado su imagen personal o quienes son víctimas de difamaciones durante mucho tiempo y de manera sistemática.

Al final se aplicará el “mejor malo conocido que bueno por conocer”, al no aparecer nadie que enarbole los cientos de cambios que la gente espera y quiere con la promesa precisa y la credibilidad del caso.

Hay tres cambios comportamentales a nivel macro en la vida de las sociedades, especialmente latinoamericanas, que influirán en las decisiones electorales de aquí en adelante.

1.- Sociedad hiperfragmentada: cada día más diferentes

Hay grupos como los aficionados a las bicicletas que demandan decisiones y promesas específicas de los candidatos para garantizar su movilidad por las ciudades. Foto: Cortesía

Es un fenómeno que se da desde antes de la pandemia, pero a partir del confinamiento se aceleró a un ritmo vertiginoso.

“Cada vez estamos más fragmentados, más divididos, cada uno con sus gustos, particularidades, ideologías, creencias y causas más enraizadas, arraigadas, y por tanto demandando soluciones más específicas”, indica Sierra, quien dirige la consultora Negocios y Estrategias.

Un ejemplo. En una elección seccional de hace cuatro u ocho años, el discurso generalista de algún candidato hubiera sido vamos a gestionar más canchas deportivas para la comunidad. Aquí se sobrentiende que son de fútbol y para jóvenes varones.

“Hoy ningún candidato debería salir a decir vamos a construir más canchas deportivas, tendría que decir para cual deporte, porque han proliferado las disciplinas dentro del deporte aficionado, una tendencia que ya se identificaba desde hace ocho años”, agrega el especialista.

El mensaje debe ser más específico, en todo, para el grupo que es dirigido, hombres y mujeres, el deporte con detalles. El eslogan generalista “Pan, techo y empleo”, famoso a finales de los ochenta del siglo XX con el que el expresidente de la República León Febres-Cordero ganó la elección, quedó en el pasado.

¿Qué tipo de pan?, ¿con gluten o sin el?, ¿de dieta?, ¿por qué no mejor galletas?, esas serían las interrogantes de la audiencia sobre este mensaje que no tendría efectividad en la actualidad.

Estos grupos en esta sociedad hiperfragmentada tienen en las redes sociales, dice Peñaherrera, un espacio para manifestarse. “Eso es saludable, un avance en materia de derechos de comunicación y libertad de expresión, que a mi criterio es la madre de todas las libertades, de los derechos fundamentales que tenemos”.

“El COVID-19 nos aisló, nos quitó los abrazos, los ritos funerarios, las fiestas y nos distanció de nuestros familiares. Para sentirnos más seguros debíamos estar lejos de los demás, en casa, inmovilizados. Fragmentados”, detalla la publicación.

La desconfianza, las exigencias y las diferencias están a flor de piel después de casi 24 meses de pandemia.

“Vivimos con miedos al contagio, al despido intempestivo, a la delincuencia. Hoy somos más yo y menos nosotros; más buscadores de conveniencia, de seguridad, de soluciones personalizadas, etc. La frontera no es nacional ni local; es el barrio, la casa, incluso el cuerpo”, menciona la publicación.

Un pequeño mundo alrededor de las personas nutrido de los pensamientos que nos agradan en medio de un mundo cada vez más globalizado. Ahí la paradoja, más interconectados pero con una intolerancia marcada y evidenciada en las redes sociales en un mundo achicado.

Es lo que los candidatos deben tomar en cuenta en la actualidad, recomienda Sierra.

El gusto en deportes se fragmentó. Las creencias espirituales y religiosas, también, las posiciones políticas. Hay empatía con determinado candidato, sin importar que sea parte del partido o movimiento dominante. El éxito dependerá de la capacidad del postulante de responder las demandas personalizadas de los pequeños grupos a los que dirige su campaña.

“Estudios recientes indican que mayormente a nadie le interesa la gran obra emblemática próxima de la ciudad, cualquiera que esta sea, les interesa más que terminen de construir la calle de su barrio, que iluminen el parque para que los microtraficantes de droga se vayan de allí y los niños salgan a jugar. Ganará quien logre sintonizar con los miles de grupos y cientos de barrios y sus necesidades”, asegura Sierra.

La fragmentación es geográfica con zonas en las que viven personas de determinado nivel de ingresos y se observa en la publicidad con campañas de empresas que deben fragmentar a los consumidores para vender su alta producción, más tamaños, colores y versiones.

2.- Ciudadanías escépticas: intoxicación masiva

La presencia en redes sociales de los candidatos debe ser manejada de forma profesional con mensajes específicos dirigido a un grupo objetivo, en medio de una intoxicación de información y datos. Foto: Carlos Durán

“Nunca antes la humanidad estuvo tan expuesta a estímulos informativos como ahora. Y el próximo año estaremos más expuestos. Y el otro más y así sucesivamente. Más estímulos informativos no equivalen a mejor información de la misma forma que no todo lo que se come es nutritivo ni hace bien. Los excesos, todos, son malos. Son tiempos de infodemia”, indica la publicación.

La irrupción violenta de las redes sociales a partir del 2010 y la pandemia, en la que los que no estaban se digitalizaron, dejó de lado la forma tradicional de informarse. “Las personas sin ser un medio de comunicación pueden compartir información de lo que ven, piensan o hacen”, afirma Sierra.

Ante tremenda cantidad de estímulos comunicacionales, de fake news (noticias falsas) y de promesas incumplidas por parte de la clase política, lo que siempre ha ocurrido pero ahora se nota más, se genera un alto nivel de escepticismo en la ciudadanía, agrega.

Las encuestas sobre la credibilidad de líderes políticos, alcaldes de las principales ciudades y de instituciones estatales y de la sociedad indican una ciudadanía más escéptica -concepto que es parte de una corriente filosófica en la que se duda de todo, incluso de lo innegable o evidente-.

En medio de los miles de contenidos audiovisuales están los fake news o la publicidad engañosa. Es un círculo vicioso que empieza con escepticismo, deviene en perplejidad y termina en miedo. “El miedo detiene, inmoviliza, reduce: detiene las decisiones, inmoviliza a la ciudadanía, reduce la voluntad de creer... y de cambiar”, indica un fragmento de la publicación.

Entonces, el candidato que haya forjado una imagen digital positiva de sí mismo pues tiene más posibilidades de rebatir a las masas escépticas y hacer que crean en él.

3.- Más causas, menos ideología: “No me gusta la política”

La causa del feminismo moviliza a este colectivo en las calles ante hechos como el asesinato de María Belén Bernal, que tiene como principal sospechoso a su conviviente que era policía. Foto: Vanessa Silva

Las causas del animalismo, ambientalismo, feminismo, las del movimiento LGBTIQ+ irrumpieron con fuerza de la mano de las denominadas organizaciones no gubernamentales.

Son causas adoptadas y arropadas por la ciudadanía de manera más radical, la que las asume como suyas, “como su forma de hacer política sin depender de cargos públicos ni de disciplinas partidistas ni de rigores ideológicos”.

En algunos casos estas causas desde el individualismo reemplazan al partido y a la ideología política. “Se defienden con mucho rigor y énfasis, el candidato o candidata que logre sintonizar integrando la causa a sus promesas a su narrativa, ese va sumando de poquito en poquito”, manifiesta Sierra.

La defensa de estas causas es más evidente y exacerbada, quienes las defienden deciden llevar a la acción sus respuestas negativas sobre las causas de los demás, lo que puede reflejar un mayor nivel de intolerancia. “Mientras más pequeña es mi creencia y creo en menos cosas porque me vuelvo más escéptico, esas pocas cosas en las que creo lo hago de forma feroz y radical que muy rápidamente se puede transformar en violencia, mientras menos seamos hay que defenderlo con más fiereza”, agrega el especialista.

El mundo de las causas también está aupado en la era digital por las redes sociales. “El ambiente, la fauna urbana, los femicidios, el movimiento GLBTIQ+, las fuentes de agua, el respeto a los pueblos no contactados, el ciclismo urbano, etc., son causas que movilizan colectivos que no están dispuestos a ‘contaminarse’ con política”, indica la publicación.

Si bien las redes sociales no reemplazan a los recorridos en territorio, ambas formas deben coexistir en una campaña, se vuelen indispensables, al igual que estar en los medios de comunicación tradicionales. Entonces la tarea es mayor, ya que a más de llegar a grupos con causas específicas también hay que analizar la forma como se llega y qué palabras se usan dependiendo de la red social donde se quiere emitir.

“Esto se tiene que hacer de manera profesional porque de lo contrario se cae en poner un post o tuit con el que no se llega a nadie o incluso puede ser contraproducente. Al hablar de un tema específico se abrirá el debate y hay personas a favor y en contra, entonces lo que se busca es no llegar a todos con los mismos mensajes y llegar con mensajes puntuales a las poblaciones específicas pero sin ofender o abrir el debate, evitando el conflicto, no todos estarán de acuerdo, por eso todo parte de un microanálisis de las poblaciones en su más reducida expresión“, manifiesta Peñaherrera.

Hay ejemplos del empleo positivo de las redes sociales para hacer campaña. La elección de Barack Obama logró que grupos que no participaban históricamente en las elecciones electorales de Estados Unidos lo hicieran.

“Se empezó a utilizar lo del concepto del microtargeting, es decir, llegar a los microgrupos con mensajes que motiven su participación. Lo que buscaba la campaña de Obama era que jóvenes y los pertenecientes a grupos minoritarios voten y lo consiguió, entonces las redes sociales son una herramienta con las que se puede llegar a un grupo objetivo con un mensaje personalizado, entonces el concepto generado en la campaña puede ser asumido como propio por los posibles electores”, indica Peñaherrera.

Los grupos electorales están fragmentados en determinadas redes sociales como Facebook, que concentra a la población más adulta, o TikTok, que aglomera por lo general a los más jóvenes. Todo esto sin descuidar la forma tradicional de hacer política, recorrer los barrios, perifonear el nombre de los postulantes desde los autos, exponer las promesas, el discurso en un mitin.

Una campaña de marketing digital efectiva, agrega Peñaherrera, fue indispensable en el triunfo de Guillermo Lasso en la segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales. “Le permitió al actual presidente de la República reposicionar su imagen en un cortísimo plazo”.

En Quito, en cambio, el otrora candidato Paco Moncayo perdió la Alcaldía de la capital nacional durante los últimos ocho días de la campaña de las elecciones seccionales del 2019, dice Peñaherrera. “Pasó de encabezar a quedar tercero por una campaña de marketing digital de varios candidatos que lograron llegar con mensajes apropiados y personalizados dirigidos a grupos de jóvenes de entre 18 y 25 años de edad para que salgan a votar y no por Moncayo. Esos fenómenos de cambio que antes era casi imposibles de conseguir con la comunicación tradicional se consiguen ahora con estos mecanismos de llegar a cada persona”.

En este cambio de comportamiento la conflictividad y la falta de cohesión social están más latentes, sin un interés nacional que aglutine a la sociedad en un bien común. (I)