Regina Aguilar palpó en su cuerpo la consecuencia de una terapia mal ejecutada. Luego de que la operaron en septiembre pasado, en Guayaquil, donde le colocaron una prótesis interna en la rodilla derecha tras seis años de dolor y de dificultades para moverse (periodo de vida saludable perdido) por la artrosis que padece, fue remitida a un centro de rehabilitación de Machala, ciudad que le queda más cerca de la parroquia guayaquileña de Tenguel, donde vive.

Ella, de 62 años de edad, cuenta que acudió al menos a 24 sesiones en dos meses (tres a la semana, a $ 6 cada una), durante las cuales no le tocaron la rodilla ni la pierna afectada. “No veía mejoría. Me atendía una enfermera o estudiantes. Solo me ponían unas compresas de agua helada, electrodos, y a veces me hacían mover la pierna. Solo el dueño, al parecer, sí es licenciado en fisioterapia, pero casi ni pasaba en el lugar. Yo seguía con mi andador; me dolía y tenía la rodilla hinchada, por lo que decidí cambiarme y seguir la rehabilitación en Guayaquil”.

La preocupación de no poder caminar le generó depresión e insomnio, por lo que también recibe ayuda psicológica.

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Desde la primera sesión en Guayaquil ya vio una recuperación, agrega, y luego de tres meses dejó el andador y el bastón. La diferencia de atención fue abismal. “En la primera cita me sobaron, cuando en Machala ni me tocaban la rodilla. Me pusieron compresas de agua caliente y sentía un alivio, me desinflamaba. Cada jornada costaba $ 25 al día e incluía masajes, porque tenía los tendones contraídos, y ejercicios con ligas y pelotas”, dice la afectada.

En su caso, no llegó al de Machala tras ver el servicio en redes sociales o por recomendación de amigos, como sucede en otras situaciones, sino que su traumatólogo la refirió. “El problema es que no hay supervisión de los que contratan”, añade la ama de casa.

Jorge Andrade, director del centro de rehabilitación JAfisioterapia, en Guayaquil, afirma que la clave es caer en manos cualificadas, licenciados en fisioterapia que obtuvieron su título de tercer nivel tras estudiar cinco años, o que el procedimiento esté bajo la supervisión permanente de estos.

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Una previsión es verificar que el profesional tenga registrado su título en el sitio web de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) con sus nombres o número de cédula. “Ver si es un fisioterapeuta, si tiene un registro profesional como tal”, aconseja Andrade.

Lo segundo es analizar la experiencia del profesional con respecto al diagnóstico del paciente. “Tengo 35 años que no atiendo a niños con problemas neurológicos, por ejemplo, porque desde mi ética no estoy capacitado, me he especializado en personas con problemas de índole traumatológica”.

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La consecuencia de atenderse con una persona no capacitada es hasta duplicar el periodo de recuperación con el dolor y la incapacidad que esto implica, según los protocolos previstos para las distintas afecciones. Para quienes tienen lesiones vertebrales, estas se vuelven más graves, acota, por las manipulaciones de columna sin valoración previa.

Incluso, hay casos de esguince de rodilla o de muñeca que terminan en estos centros, atendidos por personas que no son profesionales, o acuden a los famosos “sobadores”, afirma Andrade, lo que puede terminar en amputaciones o cirugías debido a los masajes forzados y la aplicación de cremas que no son de uso médico, lo que a la larga provoca infecciones y la no consolidación del hueso.

El tratamiento de fisioterapia no solo se ejecuta tras una intervención o en casos específicos, ya que puede incluso aplicarse para evitar una cirugía; entonces, tiene un carácter preventivo, agrega el especialista.

Una práctica no cotidiana en el país es hacer rehabilitación antes de una operación para fortalecer los músculos, indica Andrade, de la extremidad donde se hará la intervención.

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En redes sociales hay perfiles que ofrecen el servicio sin ser profesionales en fisioterapia. “Hay gente que va a un curso de cuatro horas, dos días o de meses, ya sea presencial o por internet, y con un certificado intenta tratar a alguien; mientras que un fisioterapeuta estudia de cinco a seis años mínimo para ejercer, y ni aun así estos están en una plena capacidad de resolver cada caso que llega. Por eso, se aplica la curva de aprendizaje. (Esta consiste en que) un recién graduado tiene que trabajar con otro que tenga más experiencia, que le forme, para luego ya atender solo”, explica Andrade.

Un estudio publicado en diciembre del 2020 en la revista científica Lancet, titulado Estimaciones globales de la necesidad de rehabilitación basadas en el peso que tiene la morbilidad en la atención de salud, indica que la terapia física se ha visto a menudo como un servicio específico para una discapacidad que solo necesita una pequeña parte de la población. “A pesar de sus beneficios individuales y sociales, la rehabilitación no se ha priorizado en los países y cuenta con recursos insuficientes”.

A nivel mundial, 2.410 millones de personas tenían condiciones que se beneficiarían de la rehabilitación, lo que contribuye a 310 millones de años perdidos con una vida saludable. Es un aumento del 63 % entre 1990 y 2019. La enfermedad que más contribuyó a la prevalencia fueron los trastornos musculoesqueléticos (1.710 millones de personas la padecen), de los que el dolor lumbar es la afección que más incidencia tiene en la población de 134 de los 204 países y territorios analizados.

En Ecuador son casi un millón (950.000) de personas las que padecen de dolor lumbar de los 4,5 millones que se calcula se beneficiarían de la rehabilitación al menos una vez durante el curso de su enfermedad o lesión, un incremento del 53 % de 1990 al 2019 y una pérdida de 490.000 años de vida saludable.

La tasa del número de personas que la requieren pasó de 21,2 por cada cien mil habitantes en 1990 a 25,6 en la actualidad en el país, debido al aumento de la esperanza de vida, lo que implica más años de vida pero con más enfermedades crónicas y discapacidad. El 60 % de los que la necesitan en el transcurso de su enfermedad en el país tienen 50 años o más.

A mayor edad, aumenta la posibilidad de requerir rehabilitación. Por ejemplo, 16,6 personas que tienen entre 20 y 24 años la necesitan por cada cien mil habitantes del país que están en ese rango de edad. Pero la tasa casi se triplica al llegar a 45 personas de 50 a 54 años que la necesitan por cada cien mil habitantes que están en ese periodo de vida.

El cálculo se basa en la incidencia y las proyecciones de 25 afecciones que generan lesiones permanentes o momentáneas. “Este es el primer estudio que hace una estimación global de la necesidad de servicios de rehabilitación, y muestra que al menos una de cada tres personas en el mundo la necesita”, dice la publicación.

“Estos números contradicen la visión común de que es un servicio requerido por solo unas pocas personas. Argumentamos que la rehabilitación debe acercarse a las comunidades como parte integral de la atención primaria de salud para llegar a más personas necesitadas”.

El estudio es avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en diciembre del 2021 determinó que “la rehabilitación ayuda a los niños, los adultos o las personas mayores a ser lo más independientes posible en su día a día y les permite participar en actividades educativas, laborales o recreativas, o llevar a cabo las tareas que dan sentido a su vida, como atender a la familia”. Además, es uno de los servicios más afectados por la pandemia, pese a la demanda existente.

Puede ayudar a evitar hospitalizaciones costosas, reducir la duración de estas y evitar los reingresos”, indica la OMS, resaltando el ahorro que puede implicar para la sociedad y las familias al hacer que el afectado lleve una vida lo más independientemente posible.

Tampoco es opcional, ni se usa solo cuando falla otro tratamiento, dice Hernán Manjarrez, vicepresidente de la Sociedad Ecuatoriana de Fisioterapia (SEF). Puede ser complementaria. Las lesiones cuyos efectos se alargan en el tiempo, si no son atendidas, tienen un impacto económico debido al ausentismo laboral que generan, indica.

La demanda subió con la pandemia en medio del confinamiento y el teletrabajo. “Las personas pasaban sentadas en sillas no adecuadas por lo que requieren estos servicios. Con ello, hay múltiples ofrecimientos de servicios de la denominada como quiropraxia (reconocida dentro de la medicina alternativa), que es una seudociencia, ya que no hay evidencia científica. Estas personas, con certificados dizque artesanales que obtienen con cursos de meses, hacen manipulaciones cervicales que pueden dejar cuadripléjicas (con parálisis) a las personas”, asegura Manjarrez.

En el perfil en Facebook de la SEF se publican videos y banners como parte de una campaña en la que deportistas dejan un mensaje de alerta a la ciudadanía para frenar los casos de intrusismo profesional, que es el ejercicio de actividades profesionales por personas no autorizadas para ello.

Recuerda si conoces de algún caso de intrusismo en Fisioterapia no dudes en denunciar . Hazlo YA ! Aquí 👉 http://www.calidadsalud.gob.ec/acess-app-servicio-ciudadano/public/procesosSancionatorios/informacionPresentacionDenuncia.jsf Vale la pena mencionar que la información será manejada de manera confidencia . No tengas miedo , ayúdanos a denunciar .

Posted by Sef Fisio on Sunday, April 10, 2022

El post incluye el link de la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess), entidad encargada de vigilar y controlar la calidad de los servicios de los prestadores de salud, con los pasos a seguir para hacer las denuncias. La información será manejada de manera confidencial, según el organismo.

La OMS recomienda que en los países exista un fisioterapeuta por cada 1.000 habitantes; pero, según datos de la Sociedad Ecuatoriana de Fisioterapia, en Ecuador existen 3 especialistas por cada 10.000 habitantes.

Solo los fisioterapeutas pueden ofrecer tratamientos de rehabilitación física

Los centros de rehabilitación requieren un permiso que otorga la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess). Foto: El Universo

El Código Orgánico Integral Penal sanciona con pena privativa de libertad de seis meses a dos años de prisión a quien ejerza la profesión sin título, como la de un fisioterapeuta.

En Ecuador, el denominado “intrusismo laboral en el ámbito sanitario” es considerado un delito, pues esta práctica pone en peligro la vida de los pacientes, indica la Acess.

Incluso, el art. 78 del Código Orgánico de Salud establece que “el ámbito de ejercicio profesional estará dado por el nivel de formación académica, conforme con las mallas curriculares según las cuales cada profesional haya obtenido su título de tercer o cuarto nivel, y las habilidades y destrezas obtenidas mediante formación continua, por lo que dichos profesionales deberán limitar sus actuaciones a esos niveles de formación”.

La Acess tiene un mecanismo de verificación en línea, donde la población puede realizar la búsqueda de los profesionales que cuentan con el registro de sus títulos en la entidad. Las personas pueden ingresar a este hipervínculo para realizar la verificación a través de los apellidos o cédula de un profesional.

Además, el art. 62 del Reglamento para Establecer la Tipología de los Establecimientos de Salud del Sistema Nacional de Salud, vigente desde julio del 2020, indica ­que los centros de rehabilitación física “deberán brindar servicios de apoyo terapéutico en rehabilitación física para usuarios ambulatorios”.

En estos, agrega la norma, se deben realizar “las terapias prescritas por el médico tratante del paciente” y “la responsabilidad técnica está a cargo de profesionales de la salud en áreas de fisioterapia con tercer nivel de formación o médicos especialistas en fisiatría o medicina del deporte, con títulos debidamente registrados en la Senescyt o quien haga sus veces y ante la Autoridad Sanitaria Nacional”.

“Los que tienen títulos técnicos pueden hacerlo, pero bajo la supervisión constante de un fisioterapeuta; quien no, debería irse del centro de rehabilitación. Hay casos de licenciados en fisioterapia que tienen su esposa que es auxiliar, pero cumplen el rol de fisioterapeuta. La situación es que a un profesional de tercer nivel, a un licenciado le pago $ 700, pero los técnicos o tecnólogos trabajan con el sueldo básico ($ 425), o los auxiliares de enfermería también me hacen la limpieza, me ayudan en otras labores. Por ahí va la cosa”, indica Manjarrez.

Un mismo criterio tiene Alicia Unda, presidenta del Colegio de Fisioterapeutas del Guayas. “Tenemos cursos de masaje deportivo, de masaje terapéutico, de auxiliar de fisioterapia y estos comienzan a ofrecer tratamiento, lo que no deben hacer. Hay que entender, un auxiliar es eso, me auxilia, me ayuda a pasar una compresa, a que un paciente no se esté quemando, tal como la licenciada en enfermería que tiene su función y su auxiliar, que es otra función”.

La especialista indica que la terapia física aborda tres campos. El ámbito preventivo, tratamiento y la rehabilitación en sí.

El primero es prevenir algún trastorno, incapacidad o deficiencia. “En la fisioterapia pediátrica trabajamos en el área preventiva, al igual que con los adultos mayores, para evitar problemas degenerativos como artrosis ya sea en las rodillas o en los hombros. Incluso podríamos dar conferencias a la comunidad en la ergonomía (disciplina que se encarga del diseño de los lugares de trabajo y de herramientas para que sean acordes a las características fisiológicas, anatómicas y psicológicas de los trabajadores), higiene corporal, qué actividades pueden hacer en casa”.

El tratamiento se aplica ante una condición desarrollada como el dolor lumbar, una lumbalgia (lesión en un músculo). “Si llega con mucho dolor el protocolo es que vaya a la emergencia, tenga consulta con el traumatólogo, hacer los estudios y exámenes para luego comenzar con una fisioterapia que tiene diferentes objetivos, aliviar el dolor, mejorar musculatura, dentro de esa gama de ejercicios vamos a encontrar una variedad de técnicas y de enfoques”, asegura Unda.

La tercera es la rehabilitación, que es volver a habilitar a ese paciente. Un ejemplo es cuando la lumbalgia no se trató a tiempo y ya ocasiona alguna deficiencia o una discapacidad. “Necesito rehabilitar a ese paciente para que se reintegre a su rol en la comunidad, o si no puede regresar a esa función porque la enfermedad o la deficiencia que tuvo no se lo permite, pues poderlo habilitar para otra actividad”, agrega.

Entonces, la intervención del fisioterapeuta es mucho más amplía, no solo por trastornos musculoesqueléticos, sino también cuando el problema de movimiento tiene su origen en una lesión en el cerebro, como un accidente cerebrovascular llamado coloquialmente derrame. “Puede ser que la lesión que impide moverse está en el cerebro, entonces a partir de allí tengo que hacer ejercicios que generen y ayuden a realizar el movimiento, nosotros también somos sensaciones”. (I)